el hombre de cerebro de oro
Túvose el caso secreto; y el pobre niño nosospechó nada. De cuando en cuando preguntaba por qué no le dejaban ya correr por delante de la casas con los chicos de la calle.
-¡Porque te robarian, prenda mia! -le respondió su madre...
Entonces le entraba al chico mucho miedo de que lo robasen; y se volvia a jugar solo, sin decir una palabra, arrastrándose pesadamente de una habitación a otra...
Hasta los dieciocho años no le revelaronsus padres el don monstruoso con que le hubo favorecido el destino; y como le habian criado y educado hasta aquella edad, le pidieron en recompensa un poco de su oro. El muchacho no vaciló; en el mismo instante (no dice la leyenda cómo y por qué medio) se arrancó del craneo un pedazo de oro macizo del tamaño de una nuez, y se lo echó orgullosamente a su madre en el regazo... A poco, deslumbrado conlas riquezas que llevaba en la cabeza, poseido de los deseos, embriagado con su poder, abandonó la casa paterna, y se fue por el mundo despilfarrando su tesoro.
Por el tren regio de vida que llevaba, y por el modo con que iba derramando el oro sin llevar cuenta alguna, se hubiera dicho que su cerebro era inagotable... Y sin embargo, se iba agotando, y bien se advertia cómo se le apagaba lamirada, y cómo se le hundian las mejillas. Por fin, una mañana, después de una desenfrenda orgia, el desdichado que se habia quedado solo entre los restos del festin y las lámparas que palidecian, se asustó de la enorme brecha que habia abierto ya en su lingote. Era tiempo de detenerse.
Desde aquel dia emprendió nueva vida. El hombre del cerebro de oro se fue a vivir retirado, con el trabajo desus manos, receloso y timido como un avaro, huyendo de las tentaciones y procurando olvidarse de aquellas fatales riquezas que ya no queria tocar... Por desgracia, le habia seguido un amigo suyo a su retiro, y aquel amigo conocia su secreto.
Una noche se despertó el pobre hombre sobresaltado con un espantoso dolor en la cabeza; saltó de la cama como fuera de si, y a la luz de la luna vio a suamigo que huia escondiendo una cosa debajo de la capa...
¡Otro poco de cerebro que le quitaban!
Al poco tiempo, el hombre del cerebro de oro se enamoró, y esta vez se acabó todo... todo... Amaba con toda su alma a una rubita que también le queria mucho, pero que preferia los perendengues, las plumas blancas, y las lindas bellotitas bronceadas que golpeaban sus botitos.
Entre las manos deesta monisima criatura, medio pájaro, medio muñeca, las particulas de oro se derretian que era un primor. A ella todo se la antojaba y él no sabia negarle nada; por temor de disgustarla, la ocultó hasta lo último el triste secreto de su fortuna.
-¿Conque somos muy ricos? - decia ella.
Y el pobre hombre respondia:
-¡Oh, si... muy ricos!
Y miraba con amorosa sonrisa al pajarito azul que sele iba comiendo el cráneo inocentemente. Algunas veces, sin embargo, se apoderaba de él el miedo, le daban tentaciones de ser avaro; pero entonces la mujercita se le acercaba a saltitos y le decia:
-Maridito mio, ya que eres tan rico, cómprame alguna cosita muy car...
Y él la compraba algo de mucho precio.
Aquello duró como unos dos años. Al cabo, una mañana se murió la mujer, sin...
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