El Hombre De La Luna

El hombre de la Luna.
Tal vez se imaginen que estoy hablando del hombre que llegó a la luna, Neil Armstrong, pero no es de ese hombre del que voy a hablar en esta ocasión. Al estar observando una noche la luna en toda su majestuosidad, al hacer más nítida mi vista, alcancé a ver que unas manchas más oscuras sobre su superficie se batían con un movimiento parecido al de una persona hablando.Decidí acercar mi panorama con un telescopio y, en efecto, la luna estaba hablándome. Al examinar que esa posibilidad era verdaderamente una locura, por mi mente pasaron todas las expresiones que me hacía el astro. ¡No podía creerlo, ciertamente, la luna se comunicaba conmigo! Fue tanta mi emoción que de la silla de la terraza en la que me encontraba descansando, caí de espaldas sobre la duela y, talvez estando ahí algún objeto un tanto más duro que el suelo, me golpeé la cabeza.
Desperté en un universo paralelo, o al menos, eso parecía ser. Me levanté del suelo y noté que se parecía mucho a la superficie en la que siempre tenía mis sueños más encantadores: una fuente en el centro, bancas alrededor y en el perímetro, un bosque con las diversas especies de plantas que había conocido y otrasmás inventadas por mi imaginación soñadora. En una de las bancas se encontraba sentado un joven vestido de blanco. Su cabello era negro como la noche y sus ojos verdes como un prado sin fin alguno. Me invitó a acompañarlo y, al parecer, me conocía desde hace tiempo atrás. Me uní a él y antes de que pudiera hacerle las preguntas típicas al sentirte desorientado, detuvo su dedo inicial en mis labios.Me miró con sus penetrantes ojos verdes y me dijo con voz de ángel –Tranquila, sabrás todo lo que necesitas si me sigues. —Sentía una conmoción dentro de mí que no tenía otra opción más que continuar por el sendero en el que él caminaba.
Me guío hasta un paraje único: una cabaña que surgía de entre las más oscuras partes del bosque. Al entrar me ofreció una bebida parecida al chocolate caliente,pero su sabor era de galletas de chispas de chocolate. Me invitó a tomar asiento a su lado y así lo hice. Por dentro la cabaña era rústica, justo como la que había en el patio de mis abuelos en la que pasé bastantes veranos leyendo, divirtiéndome con mis primos… Ese recuerdo se esfumó de pronto porque el misterioso chico comenzó a hablarme.
--Disculpa que te haya tenido que traer de esta manera,pero era la única forma de hacerlo sin que te reusaras a hacerlo. –me dijo suavemente.
--No te preocupes, no estoy acostumbrada a caerme de mi silla y aparecer en un mundo igual a éste, pero creo que podría prepararme para hacerlo más seguido, ya que supongo que lo haré más de una vez, ¿no?
--Tienes toda la razón y, ya que empezamos a conocernos mejor, hazme las preguntas que necesites parasolucionar tus dudas. Adelante, trataré de explicar cada detalle lo mejor que me sea posible. –La manera en que me hablaba me parecía bastante parecida, como si su presencia me fuera bastante… familiar.
Inicié con lo de siempre: preguntando quién era él, donde estaba y porque me había transportado a este extraño pero encantador lugar. Sus explicaciones eran iguales a las que daría un sabio y, dealgún modo, le entendía bastante bien aunque nunca se me dio comprender perfectamente enseñanzas de ese tipo en la escuela. Me parecía familiar de algún modo, y lo que le dije fue –Yo te imaginaba un poco más viejo, ¿por qué siento que te pareces a alguien que yo conozco? – Y él me respondió –Yo soy el reflejo de alguien a quien tú le tienes mucho cariño dentro de tu corazón. La respuesta a esainquietud es que yo soy la imagen de alguien con quien saliste pretendiendo ser su amiga, pero él quería más que eso y por ese motivo se rompió tan bella amistad. –Era increíble que él supiera tantas cosas de mi… vida.
--¿Cómo es que sabes tantas cosas de mi persona?—le dije intrigada.
--Es que yo soy… tu protector.
--Pero tan solo estás logrando que me confunda aún más…
--Mira, sé tanto de ti...