El Hombre De Mis Pesadillas
Odiaba como la gente se vuelve loca en las tiendas, como todos están apurados, y de repente personas que no ha visto en meses, en esta época, la llaman para reunirse. “La
navidad vuelve extraña a la gente” solía susurrar cuando despertaba. En cambio, a mi la navidad no me disgusta, me gustan todas esas luces colgadas por la ciudad.
Hace días que ella se despierta llorando, ha tenido pesadillas durante las últimas semanas pero lo curioso ocurrió hace dos días, desde entonces solo despierta llorando
sin recordar que soñó. Sus lágrimas son las más dulces y sus sueños están plagados de
música, de melodías pegadizas, incluso en los más horribles, los que yo provoco. En ellos vi colores imposibles, brillantes, transparentes, parecidos a los reflejos de las luces
colgadas en la ciudad. Es por eso que me gustan, me recuerdan a ella. Yo soy una bestia que se alimenta de pesadillas y lagrimas y no, no estoy orgulloso de
lo que soy. Sus lágrimas me resultaban exquisitas y sus sueños, sumamente hipnóticos.
Cuando ella despertaba, yo también lo hacia porque no podía evitar soñar junto a ella. Mientras buscaba otros sueños, mientras probaba otras lagrimas, me asalto esa
sensación, esa que sentís cuando tomas agua después de haber bebido el mejor vino. Sus lágrimas eran el mejor vino para mí, así que no pude evitar correr hasta su casa, en plena
madrugada. Es por eso que las ultimas dos noches, ella no recordaba sus sueños, porque jamás me sentí tan mal por provocar pesadillas y me parecía increíble que una acción
tan fea pudiera provocar tanta dulzura en sus ojos, entonces decidí que, al abrir sus ojos,
ella no pudiera recordar nada de sus sueños. Una noche no soporte mas y me prometí que no volvería a hacerla llorar. Esa noche, de
un sobresalto, se despertó. Sus ojos color miel me miraban, llenos de lagrimas pero sin ...
Regístrate para leer el documento completo.