el hombre mas rico de babilonia

COMER MIRANDO TELE.
No todo lo que sucede en el centro comercial me agrada. Podría dedicarme a exterminar a las ratas del centro comercial, pero para qué. Tampoco me atrae todo lo que venden. Lasobreoferta de cosas que uno no desea termina por deprimirme. Siempre. Por lo general, compro poco. Solo adquiero lo que me llevo allí en primer lugar. A veces, me arrepiento, me pongo de mal, ytermino por no comprar. Pocas veces el conjunto de vitrinas despierta mi apetito. No es mi tipo de lugar.
Pero al centro comercial solo va a comprar o a pasear hay gente que come en los en los huertoscallanescos, patios de comida, que son un desierto gastronómico en un oasis comercial. Mientras el centro comercial puede ofrecer estupendos equipos eléctricos y ropa de mejor calidad, a la hora de lacomida lo suyo es lo rápido y no siempre es comida. Comer en el centro comercial es una perversión. Se puede, claro. Y entro de las cajitas mágicas, el pollo frito y las papas cubiertas de colesterol,uno puede, con esfuerzo, encontrar algo decente y no venenos. Pero el entorno es fatal. Desde luego, esas teles inmensas compuestas por decenas de teles más pequeñas. Ahí la familia chilena come comoahora come en casa: mal, con bebidas llenas de azúcar, en silencio y mirando tele.
Algunos beatos tragan bilis a ver que la interacción social de la comunidad se contamina con lo netamente comercial.Aquí sí que no hay nada nuevo bajo el sol desde siempre, lo público-social ha estado ligado al comercio. Los eventos culturales y deportivos (futbol, opera, cine, rock, feria del libro) no son gratisy si dejan ganancias. El centro comercial, en cambio, es gratis. Al menos en apariencia. Y es un lugar público que, en rigor, no lo es: es privado y con fines de lucro. Curiosamente, regula e barrio,anula la criminalidad (aunque arruine las finanzas) y, aunque cueste creerlo, algo de cultura aporta (Donoso me firmo su última novela en el Alto Las Condes, después de haberme insultado, años...