El hombre que calculaba (Resumen)
De vuelta de una excursión a la famosa ciudad de Samarra, cuando vi, sentado en una piedra, a un viajero modestamente vestido que parecía estardescansando de las fatigas de algún viaje. con gran sorpresa por mi parte, vi que se levantaba y decía ceremoniosamente: Un millón cuatrocientos veintitrés mil setecientos cuarenta y cinco…
Se sentóen seguida y quedó en silencio, con la cabeza apoyadas manos, como si estuviera absorto en profundas meditaciones, me quedé observándolo como si se tratara de un monumento histórico de los tiemposlegendarios, el raro viajero se puso en pie y dijo en voz alta un número de varios millones, sentándose luego en la tosca piedra del camino , me acerqué al desconocido, y, después de saludarlo en nombrede Allah –con Él sean la oración y la gloria-,le pregunté el significado de aquellos números.
Forastero, respondió el Hombre que Calculaba, no censuro la curiosidad que te ha llevado a perturbar miscálculos y la serenidad de mis pensamientos. Y ya que supiste dirigirte a mí con delicadeza y cortesía, voy a atender a tus deseos. Y relató lo siguiente:
Me llamo Beremiz Samir, y nací en lapequeña aldea de Khoi, en Persia, siendo aún muy joven empecé a trabajar como pastor al servicio de un rico señor de Khamat. Por miedo de perder alguna oveja las contaba varias veces al día. Así fuiadquiriendo poco a poco tal habilidad para contar que, a veces, de una ojeada contaba sin error todo el rebaño, poco a poco fui volviéndome habilísimo en este arte. Esta hazaña de calculador nada valdría,sin embargo, frente a muchas otras que logré más tarde. Mi generoso amo poseía, en dos o tres distantes oasis, grandes plantaciones de datileras, e, informado de mis habilidades matemáticas, me encargódirigir la venta de sus frutos, Contento con las ganancias que le procuré, a mi bondadoso patrón acaba de concederme cuatro meses de reposo y ahora voy a Bagdad pues quiero visitar a unos...
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