el hombre que calculaba

Páginas: 10 (2334 palabras) Publicado: 20 de agosto de 2014
EL HOMBRE QUE CALCULABA CAPITULO 6
Después de la segunda oración1, salimos de la posada y nos dirigimos hacia la residencia del visir Ibraim Maluf. Al entrar en la hermosa morada del visir, el calculista quedó encantado. Era una casa principesca, de puro estilo árabe, con un pequeño jardín sombreado por filas paralelas de naranjos y limoneros. Del jardín se pasaba a un patio interior por unaestrecha puerta y un corredor que tenía apenas el ancho de un hombre normal. En el fondo del patio erguíanse doce columnas blancas, unidas por otros tantos arcos en forma de herradura, que sostenían, a la altura del primer piso, una galería con baranda de madera. El piso del patio, de la galería y de las habitaciones estaba embaldosado con espléndidos mosaicos de cuadritos esmaltados, de variadoscolores; los arcos lucían arabescos y pinturas sugestivas; la balaustrada tenía labrados de motivos delicados; todo estaba diseñado con una armonía y una gracia digna de los arquitectos de la Alhambra.
 
Había en el medio del patio una fuente y, más adelante, otra, revestidas de mosaico con rosas y estrellas y en ella tres surtidores. Del medio de cada arco colgaba una lámpara morisca. Todo eraallí, fastuoso y señorial. Una de las alas del edificio, que se extendía a lo largo del jardín, tenía también un frente formado por tres arcos, ante los que susurraba una tercera fuente. En las salas principales, ricos tapices de oro lucían, suspendidos de las paredes.

Ante el gran ministro nos condujo un esclavo negro. Lo encontramos reclinado en grandes almohadones, hablando con dos de susamigos.
 
Uno de ellos era el sheik Salem Nasair, nuestro compañero de aventuras en el desierto; el otro era un hombre bajo, de fisonomía bondadosa, de rostro redondo y barba ligeramente grisácea. Vestía con esmerado gusto y lucía en el pecho, una medalla de oro de forma rectangular, que tenía una cara del color del oro y otra obscura como bronce.
 
Nos recibió el visir Maluf con demostraciones deviva simpatía, y dirigiéndose al hombre de la medalla, le dijo sonriente:
 
- Aquí está, caro Iezid, nuestro gran matemático. El joven que lo acompaña es un “bagdalí” que lo descubrió por casualidad cuando viajaba por los caminos de Alah.
 
Dirigimos un respetuoso “zalam” al noble jefe. Más tarde supimos que se trataba de un poeta brillante –Iezid Abul -Hamid-, amigo y confidente del califaAl-Motacen. La singular medalla la había recibido de sus manos como premio, por haber escrito un poema de treinta mil doscientos versos sin emplear una sola vez, las letras “kaf”, “lam” y “ayu”2.

- Amigo Maluf –dijo el poeta Iezid-, cuéstame creer las hazañas prodigiosas llevadas a cabo por este calculista persa. Cuando se combinan los números, aparecen, también, los artificios del cálculo y lasmistificaciones algebraicas. Presentóse cierta vez un mago, que afirmaba poder leer el destino de los hombres en la arena, al rey El-Harit, hijo de Modad. –“¿Hace usted cálculos?”, le preguntó el rey. Y antes de que el mago saliese de su asombro, continuó: “Si no hace cálculos, sus predicciones nada valen; mas si las obtiene por los cálculos, dudo de ellas.” Aprendí en la India un proverbio quedice: “Es preciso desconfiar siete veces del cálculo y cien del calculista.”
 
- Para poner fina a esas de desconfianzas –sugirió el visir- vamos a someter a nuestro huésped a una prueba decisiva. Y diciendo así se levantó de los almohadones y nos condujo a una de las ventanas del palacio.
Daba esa ventana para un gran patio que, en ese momento, estaba lleno de camellos. Eran todos muy hermosos,pareciendo de buena raza; distinguí entre ellos dos o tres blancos, de Mongolia, y varios “carehs”, de pelo claro.
 
CAPÍTULO 7
En el cual vamos a la calle de los mercaderes. Beremís y el turbante azul. El caso de los cuatro cuatros. El problema del mercader sirio. Beremís explica todo y es generosamente recompensado. Historia de la “prueba real” del rey de Yemen.
Algunos días después,...
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