el hombre que calculaba
El león, el tigre y el chacal, abandonaron, cierta vez, la gruta sombría en que vivían, y salieron en peregrinación amistosa, a recorrer el mundo, enprocura de alguna región rica en rebaños de tiernas ovejas.
En medio de la selva, el león, que dirigía, naturalmente, el grupo, se sentó, fatigado, sobre sus patas traseras, e irguiendo su enorme cabezasoltó un rugido tan fuerte, que hizo estremecer a los árboles más próximos.
El tigre y el chacal se miraron asustados. Aquel rugido amenazador con que el peligroso monarca, de oscura cola y garrasinvencibles, turbara el silencio del bosque, traducido a un lenguaje al alance de todos los animales, quería decir, lacónicamente: “-Estoy con hambre.”
- Vuestra impaciencia es perfectamentejustificable (observó el chacal, dirigiéndose humildemente al león). Os aseguro, sin embargo, que conozco, en esta floresta, un atajo misterioso, del cual las fieras no tuvieron nunca noticia. Por el podríamosllegar, con facilidad, a un pequeño poblado casi en ruinas, donde la caza es abundante, fácil, al alcance de las garras, y exenta de cualquier peligro.
- Vamos, chacal –dijo de pronto el león-;quiero conocer y admirar ese adorable lugar.
Al caer de la tarde, guiados por el chacal, llegaron los viajeros a lo alto de un monte no muy elevado, desde donde se divisaba una pequeña y verde planicie.En medio del valle se hallaban descuidados, ajenos a los peligros que los amenazaban, tres pacíficos animales: una oveja, un cerdo y un conejo.
Al avistar la fácil presa, el león sacudió laabundante melena en un movimiento de incontenida satisfacción. Y con los ojos brillantes de gula, se volvió hacia el tigre y gruó, con tono posiblemente amistoso:
- ¡Oh, tigre admirable! Veo allí treshermosos y sabrosos manjares; una oveja, un cerdo y un conejo. Tú, que eres listo y experto, debes saber dividir con talento tres entre tres. Haz, pues, con justicia y equidad, esa operación fraternal:...
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