El hombre que parecia un caballo
En esa misma prístina escena de nuestra presentación, empezó el señor de Aretal a desprenderse, para obsequiarnos, de los traslucidos collares de ópalos, de amatista, deesmeralda y de carburos, que constituían su íntimo tesoro. En un principio de alumbramiento, yo me metí todo, yo me extendí todo, como una gran sabana blanca, para hacer mayor mi superficie de contactocon el generoso sonante. Las atenas de mi alma se dilataban, lo palpaban y lo volvían trémulas y regocijadas a darme la buena nueva. “este es el hombre que esperabas; este es el hombre por el que teasombrabas a todas las almas desconocidas porque ya tu intuición te había afirmado que un día seria enriquecido por el advenimiento de un ser único. La validez con que tomaste, percibiste y arrojastetantas almas que se hicieron desear y defraudaron tu esperanza, hoy será ampliamente satisfecha: inclínate y bebe de esta agua”
Y cuando se levantó para marcharse, lo seguí, aherrojado y preso como elcordero que la zagala ató con lazos de rosa, Ya en el cuarto de la habitación de mi nuevo amigo, este, apenas traspuesto los umbrales que le daba paso a un medio propicio y habitual, se encendió todoél. Se volvió deslumbrador y escénico como el caballo de u emperador en una parada militar. Las solapas de su levita tenían vaga semejanza con la túnica interior de un corcel de la Edad Media,...
Regístrate para leer el documento completo.