El huracan dorado
Por otro lado, don Clemente Howard, un anciano ilustre de la comunidad corre apresuradamente entre lasencrespadas olas de la playa para anclar su pequeña embarcación. Al poco rato llega a su humilde casa cercana al balneario de suroeste para alertar a toda su familia sobre la amenaza de un tornado. En esteinstante su amada esposa, la encantadora Esperanza Bush, inicia una ferviente oración al Todopoderoso (como lo habían hecho sesenta años atrás sus padres para evitar los funestos desastres de unhuracán). Todos sus tres hijos Salomón, Santiago y Samuel se arrodillaron a su alrededor para implorar la divina protección.
Sin embargo, la madre naturaleza iniciaba su voz de dulce alerta. En unospocos minutos los cangrejos se armaron cual ejército en orden hacia la parte alta de la montaña, los perros aullaban la novena “Sinfonía de la Desgracia”, las extrañas aves de ciertos lugares distantesemitían un gemido de angustia, y las fuertes palmeras isleñas batían sus ramas en reverencia a su archienemigo, el emperador “Tornado Dorado”, pues así fue bautizado este fenómeno por el legendarioClemente Howard. A pesar de toda esta galería de anunciantes, los ciudadanos de la isla no interpretaron el mensaje celestial de un funesto atardecer.
De repente, la secretaria de gobierno en sucamioneta particular comienza su recorrido desde el sector de la Montaña hasta la zona de Pueblo Viejo. Al escucharse la fuerte voz de la doctora Amparo en cada lugar, los isleños corrían desesperados...
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