El instante en soren kierkegaard: ruptura, diferencia y subjetivación

Páginas: 13 (3108 palabras) Publicado: 11 de marzo de 2011
BIBLIOTECA KIERKEGAARD - ARGENTINA

MARÍA DEL CARMEN RODRÍGUEZ: "El 'instante' en SØREN KIERKEGAARD: ruptura, diferencia, subjetivación"
UBA - Universidad de Caen, Francia

“Si hay una ‘filosofía’ de Kierkegaard, se asemeja menos a un sistema

que a un dardo. Es una filosofía del punto. Ese punto, es el instante.”

(Jeanne Hersch) Kierkegaard firmó con su nombre, además de su tesis doctoral y de más de un artículo escrito para periódicos y revistas, una cantidad apabullante de Discursos edificantes (escritos para ser leídos en silencio) y nueve largos textos de tono panfletario, destinados a combatir la hipocresía de la religión establecida, que leyó a medida que los fue escribiendo en voz alta, incluso a gritos, frente alas iglesias, entre mayo y septiembre de 1855. Esos enormes panfletos llevaban por título El Instante y, cuando estaba leyendo el último, lo sorprendió una parálisis en los miembros inferiores que culminó en poco tiempo con su muerte. Se puede decir que se murió pataleando, con El Instante en la mano y a voz en cuello, fuera de la Iglesia, contradiciendo incluso su propio nombre, formado porkierke (“iglesia”) y gaard (“jardín”), conjunción a la que se debe que kierkegaard pasara a significar “cementerio”, dada la antigua costumbre de enterrar a los fieles en los jardines que rodeaban a las iglesias. Más fiel que los fieles, más luterano que Lutero, prefirió quedarse, en buen cristiano, afuera.

En el instante se cruzan esa obra militante y la que constituye su corpus filosófico, queescribió paralelamente y en la que puso en escena una verdadera “comedia de autores”: cada uno de los textos que la componen está firmado por un autor pseudónimo[1], lo cual le permite a Kierkegaard adoptar diferentes puntos de vista y desplegar una escritura pluriestilística, plurivocal, polifónica, en la que los relatos enmarcados, el discurso epistolar, los llamados al lector, las efusioneslíricas y el discurso especulativo están siempre en contrapunto. En esa inmensa construcción, en esa “catedral de resonancias”, cada una de las “categorías” de la existencia que configuran su pensamiento (Kierkegaard era alérgico al término “concepto”), retomada por distintos autores, en diferentes estructuras discursivas y “tonalidades afectivas”[2], reaparece cada vez bajo una nueva luz o con unanueva sombra. Es así como, según los textos pseudónimos que se hayan leído, se tendrá tal o cual visión de esas categorías, y que sólo quien acceda a leer la enorme obra autónima y pseudónima que el gran danés escribió, en sólo trece años, con una pasión que él calificaba de “demoníaca”, habrá entrado en esa catedral de resonancias donde nadie predica una verdad unívoca.

Kierkegaard y/o suspseudónimos, a quienes dice “prestar la pluma” sin hacerse responsable del contenido de sus obras[3], dedica cada texto a un lector particular, singular, único, de tal modo que no es imposible que cada lector tenga su Kierkegaard, como el joven A, cuyos manuscritos revela Víctor Eremita –primer pseudónimo que firma en calidad de editor O bien... o bien...–, se refiere en “El reflejo de lo trágico antiguosobre lo trágico moderno” a su Antígona[4]. Yo voy a hablarles del instante en mi Kierkegaard –que es fundamentalmente el de la obra pseudónima–, siguiendo tres puntos que considero nodales en su pensamiento.

Uno. Ruptura

Kierkegaard ataca ruidosamente y con brío el “sistema” filosófico hegeliano, que era en cierto modo el “pensamiento único” de su época, la teología que de él se derivaba yla metafísica. Opone a la reflexión objetiva, al “pensamiento en el cual no hay sujeto pensante”[5], una reflexión subjetiva infinita, y a la verdad que identifica realidad y razón (cifrada en la frase “lo que es racional es real y lo que es real es racional”)[6], eje del pensamiento en su contexto cultural, una verdad interior como única realidad: la subjetividad pensada en términos de...
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