el jardín de al lado, Donoso

Como un cuadro de Klimt. Al sumergirse en el detalle descriptivo de la novela de Donoso -El jardn de al lado-, se hace apreciable la insistente alusin a las artes plsticas que el narrador utiliza para sealar su entorno todo parece ms bien despojado de su vigencia en la realidad para convertirse en formas, colores, encuadres y texturas la sonrisa de Bijou es luminosa, el terciopelo beige de lagata Irina que hace juego con la alfombra, la piel de Gloria verde a la luz extraa de Marruecos. Podra ser que detrs de esta reduccin, que sufren las cosas, a una existencia exclusivamente esttica, se pretende desarticular la confianza en el discurso testimonial, la certidumbre de presencia de las entidades. Como si quisiera decir que la realidad no se tratara de otra cosa que de susrepresentaciones en vez de la realidad misma. A partir, especialmente, del momento en que Julio Mndez descubre la existencia del jardn de al lado su mirada se empieza a acercar cada vez ms a la contemplacin de un cuadro se va volviendo mucho ms descriptivo que al principio, donde abunda el discurso directo y el ritmo de la narracin parece avanzar ms rpido al ir tambin explicando las circunstancias de los otrospersonajes. Cuando Julio Mndez se asoma a la ventana y descubre la presencia del jardn de su vecino, una suerte de conde, y a la esposa de ste, una joven austriaca que se divierte con otros amigos en la piscina, emerge entonces la figura de Gustav Klimt (ms de una vez) a travs de la figura de esta condesita Algo abigarrado, audaz, multicolor, con placas de oro, que mi fantasa ve en ese tejido quees como inventado por Klimt (). No parece casual el hecho de que elija la escenografa de Klimt para las apariciones de la condesita austriaca, cuya nacionalidad por cierto es la misma del pintor (un elemento, pienso, que no tiene otra justificacin particular ms que ligar a ambos). La potica Klimtiana evoca, en contraposicin a esa realidad angustiante de roles y compromisos que encierran alprotagonista, una atemporalidad dorada donde mujeres soberanas, plcidas y desinhibidas que descansan en libertad de goce. Me atrevera a decir, incluso, que es la condesita y no al revs, la coartada para imponer el imaginario de Klimt en El jardn de al lado (a modo de palimpsesto). Quiero referirme en primer lugar, para esta analoga entre la pintura de Klimt (o su etapa ms reconocida) y esta novela, ala figura de la mujer. Como se mencionaba antes esta es ms que una mera demostracin ertica, las mujeres de Klimt se presentan abstradas, fuera de la realidad, fuera tambin de toda historia y ornamento que pudiera explicarnos su desnudez. Son simplemente mujeres desinhibidas que parecen no ser conscientes de estar siendo observadas. Y eso es lo que convierte a la condesita en algo ms que una mujerliberal es una alegora de ese mundo desconocido de la libertad que Julio anhela desde el otro lado de su ventana no hay un dilogo entre ellos, ella vive para s misma. Lo notamos en dos reflexiones de Julio cuando ve por segunda vez a la vecina, acompaada de un grupo de amigos todos exhibindose desinhibidos y campantes la plenitud sexual es directa, expresada, ms que en insinuaciones o coqueteos,en una especie de elasticidado libertad de movimientos, que parece ponerlos en contacto instantneo con todo lo que los rodea () no les falta ningn atributo de lo femenino o de lo masculino , la anfitriona la imita (a la amiga que se despoja del bikini), se unen todos al baile, hombres y mujeres despojndose de sus mnimos baadores, bailando separados, frenticos y desnudos. No es una cuestin deerotismo lo es, pero no es lo principal-, es ms, se aclara que bailan separados, con cierta intencin de enfatizar ms bien una emancipacin de los sujetos frente a convenciones morales o sociales que algn tipo de incitacin. No tienen esas figuras femeninas la agresividad de otros desnudos -que parecen querer provocar intencionalmente al receptor- al mirarlas, ingrvidas en sus lienzos, se siente una...