El Jardin Secreto

EL JARDIN SECRETO

I

Miro por la estrecha ventana al patio y me siento reconfortado al oler el perfume de las lilas y las rosas que crecen en el pequeño jardín. En mi jardín, el que yo he cuidado y he visto crecer, con mi sangre, mi sudor y mi alma puesta en él, para que cada día brille más. Me siento orgulloso de mi jardín y de mi mismo. No era más que un trozo de tierra seca lleno dehierbajos que venia junto con la casa. Yo estaba demasiado ocupado para cuidar de él y como solo venia aquí en veranos o navidades, no me preocupaba de él. Pero ahora es mi mejor obra, mi jardín secreto.

Me llamo Bernard Frings. Me conocéis todos por mis libros y series de televisión, pues desde que vivo aquí en esta pequeña cabaña, me siento cada día a escribir, a la vista de las rosas que adornan eljardín. Y aquí he escrito todos mis éxitos y algunos que no lo han sido pero que aun así llenan las estanterías de muchas casas. Aquí tan lejos de todo me concentro y puedo dedicarme exclusivamente a mis niños, como llamo a cada relato que sale de mí. No recibo visitas no deseadas, pues poca gente se aventura hasta aquí arriba, y tanto el lago como el bosque al pie de la colina, me ofrecen suamparo cada noche que no encuentro la inspiración. Pero no siempre fue así.

Tras mis primeros dos éxitos mi vida se mancho de una desidia pegajosa y negra que no permitía que mi mente se concentrara. La mujer con la que vivía desde hacia mas tres años empezaba a odiar mi trabajo y a mi también. Pues pasaba los días borracho y tumbado a la espera de una inspiración que no llegaba nunca. Mis editoresme amenazaban con despedirme, y yo como un oso en estado de hibernación no hacia caso de nada, me había encerrado en mi caparazón con una botella de bourbon y el mundo a mi alrededor podría haber desaparecido que a mi me daba igual.

Decidí marcharme a vivir en la montaña, en aquella cabaña que compramos Julia y yo para pasar los veranos con los niños, y para retirarnos cuando fuéramos viejos yarrugados, cuando nos cansásemos de la vida en la ciudad. Me marche en un momento en el que dormíamos separados, los días que yo dormía, pues pasaba más noches fuera que dentro de casa. Julia ni siquiera me miraba, pasaba a mi lado y apartaba la vista, ella se sentía tan culpable como yo de mi falta de emoción e inspiración. Ella pensaba que la culpa de aquella situación era nuestra, que nosotrosfuimos los culpables de haber perdido al bebe, aunque sabíamos bien que no lo era, ella no era fértil y las drogas, la bebida y el tabaco también había hecho estragos en mi fertilidad. Se culpaba tanto como me culpaba a mí. El aborto fue la gota que colmo la copa de nuestro matrimonio, el cual ya estaba bastante ajado y remendado. Quiso que fuéramos a terapia, pero en mi ceguera, me negué y me reíde la idea. Aquellas sesiones eran para fracasados que no se querían a ellos mismos, gente llorica y pegajosa que necesitaba que los demás les dijeran lo buenos y maravillosos que eran para sentirse minimamente queridos. Cosas que yo no soportaba, ni iba a soportar.






II

Así que me aleje. Decidí marcharme, pues siempre he sido una de esas personas que se alejan de sus problemas. No queríaafrontarlo, y aquella cabaña era el lugar perfecto para hacerlo. Me largué y la deje llorando en el salón. Incapaz de enfrentarme a ella por enésima vez. Ni siquiera le dije adiós. Como siempre hice oídos sordos a todos mis amigos que me recomendaron quedarme y solucionarlo. A mi juicio, marcharme una temporada era la mejor terapia que podíamos permitirnos. De esta manera ambos descansaríamos denosotros mismos, y aclararíamos las ideas, nada como no ver a alguien para echarlo de menos, aunque claro, también es posible que apartarse de una persona abra los ojos al bienestar de no estar con ella.

Los días en la cabaña pasaban lentos, dormía, bebía, volvía a dormir pero seguía siendo incapaz de escribir. Las paredes de madera y adobe se me hacían estrechas y fue así como empecé a...