El Juego De Las Almas

Páginas: 8 (1794 palabras) Publicado: 15 de marzo de 2015
Para q duermas bien. ...El juego de las Almas Mi nombre es Andrea, soy una madresoltera.No les digo esto con el propósito de recibiruna medalla o de que me feliciten comomuchas otras del círculo social al quepertenezco. Ellas sólo quieren palmaditasen la espalda y que les den reconocimiento;sólo quiero algo de tu tiempo.Veo a la maternidad como un fastidio. Esalgo necesario, sí, pero es algofastidiosotambién. Mi hijo se llama Jesse. Tiene onceaños.Jesse comenzó el quinto grado comocualquier otro niño. Él era un chico muyalegre, lleno de vida y con mucha energía.Todo eso cambió cuando conoció a Staneste martes.Stan era un estudiante que había acabadode ingresar al colegio. Se sentaba al lado deJesse.Cuando fui a recoger a Jesse de la escuelaél no paraba de decirme que Stan era sunuevomejor amigo. No parecía actuarcomo él mismo. Estaba muy pálido ysudoroso. Le tomé la temperatura, pero notenía fiebre. Le pregunté cómo le había idoen el colegio, pero lo único que decía eraque Stan era su mejor amigo.“Stan es mi nuevo mejor amigo” DecíaJesse.“Lo sé, quisiera conocerlo alguna vez” Lerespondía yo.“Mamá, Stan es genial. Deberíapresentártelo alguna vez. Es mi mejoramigo. El mejor amigode todo el mundoentero.”Tuvimos esa misma conversación unas cienveces ese mismo día. Cuando acosté a Jesseen su cama, él me miro con lágrimas en losojos. Puso su mano enfrente de su cara yme señaló con el dedo para que meacercara un poco.Volteé mi cabeza y él me dijo algo en laoreja que me dio un pequeño escalofrío.En ese momento no sabía porque me dioun escalofrío, pero lo hizo.“Tú me crees.¿Verdad?” Me susurró.Me levanté de la cama para poder verlo defrente. “¿Qué si te creo qué, cariño?”“Stan,” Respondió. “Stan es mi mejoramigo.”Asentí con la cabeza y le volví a tomar latemperatura.No parecía tener fiebre, de nuevo.Me fui a mi cama, pero en realidad nopude dormir bien esa noche.El miércoles, cuando iba en camino dellevar a Jesse al colegio, se le veía muyextraño, me dijo que no queríair a laescuela hoy.“¿Te sientes mal?” Le pregunté.“No” me contestó. Se estaba mordiendo ellabio inferior de manera muy extraña.Nunca lo había visto tan nervioso. “No.Tengo que ir a clases.”Abrió la puerta del auto y se fue directo ala entrada de la escuela.Sin decirme te quiero.Ni siquiera un adiós.Nada.Caminó hacia la entrada del colegio con lacabeza baja. Presioné los frenos y di mediavueltapara dirigirme al trabajo.Un niño estaba parado enfrente de micarro. Dos segundos más y lo hubieraarrollado. El chico era pálido, con uncabello de color amarillo casi blanco y ojosde azul claro. Dio unos golpes en la partedelantera del auto como si fuera unapuerta dos veces, me saludó, y subió lasescaleras camino a la escuela.Cuando recogí a Jesse de la escuela ese día,se le veía más animado. Estabasolamenteun poco más pálido de lo normal, pero deresto se le veía alegre. Me dijo todo lo quehabía hecho en la escuela. Me habló sobredinosaurios, música, matemáticas, y luegome dijo sobre lo que hizo en el receso.“Y después de matemáticas tuvimos receso.Mamá, no creerás lo que hice hoy en elreceso”“Dime” Le dije, sonriéndome a mí mismamientras conducía. Estaba pensando en lascosas que jugaba yocon mis compañeroscuando tenía su edad. Algo clásico, algonormal.“Me uní a una iglesia” Estaba un pococonfundida. “¿Te uniste a una iglesia?... ¿Enel receso?”Jesse asintió. “La iglesia de Stan.”Creí que era alguna cosa que se habíaninventado los chicos para entretenerse.“¿Qué es la iglesia de Stan?” Le pregunté.“Es la iglesia de Stan, Mamá.” Jesse se riocomo si hubiera hecho una pregunta obvia.“¿Yqué es lo que hacen ahí? Ya sabes,como miembros de esa iglesia” Lepregunté.“Muchas cosas. Hoy solamente hicimos lainiciación y escuchamos a Stan. Estabahablando en palabras raras y divertidas,luego todos nos sentíamos cansados y nosacostamos un rato.”Estacioné el auto junto a la casa.“¿Eso fue todo?” Le pregunté. Eso sonabararo, pero los chicos no parecían estarhaciendo nada malo.“Stan nos dio...
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