El laberinto de la soledad
La verdad es incómoda. Al leer el libro es difícil aceptar que muchas de las características que expone el autor, pertenecen al amigo, a lavecina, al tío, la prima. Pero el mexicano fue, es y será así. Y deberíamos de empezar a resignarnos con esa verdad, porque si bien los ensayos fueron escritos en 1950, aún concuerdacada afirmación con nuestra realidad. Somos una raza de extremos, todos aferrados a nuestra soledad. No es mi propósito citar las propias expresiones de Paz, pero si reafirmarla concordancia que existe entre ellas y nuestros días.
Muchas de las observaciones realizadas en los ensayos no solo son descripciones del pueblo mexicano, sino que tambiénbreves interpretaciones del proceder humano. Me agradó el análisis de los ideales norteamericanos en “El pachuco y otros extremos”, porque a mi parecer palabra por palabra sedesnuda la carencia de lógica de su pensamiento al igual que las razones que explican su progreso como nación.
También me pareció interesante el desarrollo tan preciso y minuciosode algunas situaciones cotidianas en la vida mexicana planteadas en “Máscaras mexicanas”. Cosas que se ven a diario frecuentemente, son reflejos de los miedos, inseguridades yheridas aún abiertas que tienen su origen siglos atrás. Sale a relucir la fragilidad y debilidad del macho, quien no permite que otros se mezclen en su mundo, su soledad. Todossomos seres inconsistentes, temerosos de que alguien se entrometa en nuestra privacidad, porque lo que más busca el mexicano es el hermetismo. Y basta con mirar alrededor paraver el recelo que se tiene con la intimidad, no por el horror que produce el morbo, más bien por la desconfianza de verse débil y desprotegido. Obedecemos la voz de nuestra raza.
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