El labrador y sus hijos
Hubo una vez un viejo labrador que tenía dos hijos, Juan y Miguel. Un día el anciano, sintiéndose ya muy cansado de trabajar, llegó a su casa y llamó a los dos muchachos. Lesdijo:
-Estoy muy viejo y debo retirarme a descansar. Esta tierra fue de mi tatarabuelo y después de mi bisabuelo. Cuando él murió, la recibió mi abuelo, y después mi padre. Ahora es mía, pero yano puedo trabajarla. Así que, en adelante, ustedes serán los dueños de la tierra, y todo lo que hay en ella les pertenecerá.
Y agregó con voz grave:
-Quiero decirles un secreto; en algún lugarhay un tesoro escondido. No sé dónde se encuentra, pero con un poco de trabajo lo hallarán.
-Nunca antes nos habías hablado de eso -dijo Miguel, sorprendido.
-Esperaba este momento. Ahora lesdirá lo que deben hacer. Cuando terminen de cosechar el trigo, el lino y el maíz que se ha sembrado este año, caven, registren, remuevan la tierra... y No dejen ni un pedacito sin remover y de seguroencontrarán el tesoro enterrado!
Los dos hijos esperaron hasta la cosecha. Cuando los campos estuvieron maduros, comenzó la siega y trabajaron más que nunca para terminar de una vez y buscar eltesoro.
Cuando acabaron, Juan, lleno de entusiasmo, el propuso a Miguel:
-Repartiremos el trabajo: tu removerás el campo de trigo y el de girasol y yo el de lino y el de maíz.
El otroaceptó e inmediatamente se pusieron a cavar. Trabajaron todos los días de muchos meses con gran entusiasmo. A cada golpe de azadón les parecía que aparecería el tesoro y así siguieron removiendo la tierra.Cuando les faltaba poquito para terminar y aún no habían encontrado nada,
Miguel dijo:
- y Que te parece si, ya que tenemos el campo tan removido, sembramos un poco? Así, mientras seguimosbuscando, crecerá el trigo. Y podremos sembrar también lino, maíz, girasol... y De todo!
-Me parece muy bien - contestó Juan.
Y mientras uno sembraba, el otro seguía removiendo, hasta que no...
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