El Ladron de Corazones

EL LADRÓN DE
CORAZONES

Por Cortés Del Monte

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Identificador: 1501032899147
Fecha de registro: 03-ene-2015 21:40 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives
4.0
Autor: Cortés Del Monte
http://www.safecreative.org/work/1501032899147-el-ladron-de-corazones
ISBN: 1506006493
ISBN-13: 978-1506006499

DEDICATORIA
A mi familia

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ÍNDICE
Capítulo I: Cuandoel verde se torna en gris
Capítulo II: La epidemia
Capítulo III: Dura decisión
Capítulo IV: Una sombra en la oscuridad
Capítulo V: Regreso a valleflor
Capítulo VI: El encuentro
Interludio I: La efigie
Capítulo VII: Un extraño ambiente
Capítulo VIII: El que siembra recoge
Capítulo IX: El hombre que observa
Capítulo X: Confianza
Capítulo XI: Mi primera amiga
Capítulo XII: Caminos peligrososInterludio II: Indiferencia
Capítulo XIII: El visitante
Capítulo XIV: Las tumbas
Capítulo XV: Preguntas incómodas
Capítulo XVI: Un gran día
Capítulo XVII: El hallazgo
Interludio III: La orden
Capítulo XVIII: Llamas en la oscuridad
Capítulo XIX: El regreso del visitante
Capítulo XX: Amanecer
Capítulo XXI: Atando cabos
Capítulo XXII: La persuasión

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Interludio IV: Un plan perfecto
Capítulo XXIII: El hacha de la venganza
Capítulo XXIV: Sonrisas
Epílogo: El rey ciervo

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CAPÍTULO I: CUANDO EL VERDE SE TORNA EN
GRIS
Valleflor se muere. Apenas hace mes y medio las hojas, ya ocres,
se desprendían de los árboles fundiéndose con una hierba fina, suave
y delicada que regresaba a un color verde másintenso. Los primeros
síntomas del otoño se hacían notar; una niebla débil daba la bienvenida al día; las ligeras lluvias rejuvenecían una flora que nunca llegó a
marchitar del todo; las rebecas cubrían hombros, espaldas y pechos; y
las faldas ya no eran tan cortas.
Por aquel entonces, las risas de los niños aún penetraban por las
ventanas mientras las pelotas rodaban por la calle y los carruajesirrumpían en el pueblo dejando su huella en los caminos húmedos. Y
ni tan siquiera una pelota que rompe un cristal, o un carruaje que
quiebra, podían romper el clima de calma y felicidad de Valleflor, un
pueblo tranquilo; familiar; verde y amarillo; sincero; amistoso; bello,
casi idílico; acogedor; sano; autosuficiente; festivo pero decoroso; de
materiales nobles; luminoso y de cielo estrellado.
Segúnavanzaban los días había más hojas yaciendo en el suelo que
colgadas en los árboles, formando una capa marrón que recubría las
lomas de los verdes montes que daban origen al valle, de los inmensos prados adyacentes a los pastos del ganado, de los bordes de los
caminos de carretas, o incluso de esos valientes brotes centrales e
intermitentes que aún sobrevivían marcando la dirección de lossenderos, que emergían como si se tratasen de la espina dorsal de los
carriles de tierra, y que ni tan siquiera la rueda penetrante de algún
carruaje poco centrado o de uno dirigido por algún conductor un
poco achispado había conseguido desgarrar del todo.
El frío ya no era algo pasajero en Valleflor cuando noviembre estaba en su adolescencia, y parecía haberse instalado por un largo
tiempo. Primero lohizo en forma de brisa fresca al anochecer y
acabó convirtiéndose en vientos suficientemente fuertes como para
despeinar a las señoras. Donde antes había rebecas para un apuro,
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ahora había abrigos. El lugar de los botones de camisas abrochados
hasta el cuello lo habían ocupado las bufandas. Y el olor a humedad
se había mezclado con el aroma de las chimeneas, que calentaban por
el día lo que lasmantas y los abrazos por la noche. El invierno se
acercaba pronto este año y para navidad ya llevaría unas semanas
instalado. Este hecho pudo pillar por sorpresa a algún lugareño despistado que al amanecer no elegía bien la ropa que ponerse y acababa
haciendo los trayectos entre edificios mediante una carrera. Las lluvias tampoco avisaban mucho y más de un campesino regresaba a
casa directo a...