el lago

El Lago.

El peor crimen es engañar un corazón ávido de verdad.
(El autor).

No obstante, a pesar de su aspecto lúgubre, es atractiva la casa en la ribera del gran lago, pensó Ismael, el escritor aficionado que recién había llegado al lago que pertenecía al pueblo de aspecto solitario al cual arribó aquella mañana triste y oscura, no por que no le resultase agradable; sino porlos nubarrones que cubrían el firmamento. Alto, joven, gallardo, de profundos ojos negros, con sus lentejuelos que le daban un aspecto de nerd reprimido por los convencionalismos modernos de la sociedad. Que más podía pedir. La fama quizás no la tenía aun. Las ganas de ser un gran escritor, si. La casa, dentro y fuera, ofrecía a quien la mirara un aspecto tétrico y triste. Sus dos pisos, sumadera fina de roble y cedro de unas décadas perdidas en el tiempo, y su aspecto de castillo medieval en miniatura dejaban entrever algo oculto como las cartas de un tarot que descubren poco a poco el mensaje de sus arcanos. Ismael Núñez, suspiró y recogió su pequeña maleta de cuero negro que había dejado cerca de su pierna derecha. Mientras, un trueno se escuchó a lo lejos y su mirada, de maneracasi involuntaria, se dirigió hacia el extenso lago que estaba a su espalda. Que diantre, se dijo, aquí estaré lejos de la maldita civilización un par de meses. A lo mejor será historia a lo que pase el tiempo.
Una tenue niebla rodeaba el lugar. Un escalofrío sintió recorrer en su espalda. Rebecca Gutter la venerable anciana que se ofreció acompañarlo desde el poblado cercano le dijo.-La casa es entrañable, si señor. Asusta, pero es un encanto que deja vivir. Yo hubiese dado mis últimos días por estar aquí. Pero, usted sabe como son los hijos, en especial la mía. Pobrecilla le tiene un terror desde que ocurrió aquello…- Inexplicablemente la venerable dama interrumpió el relato y sus ojillos recorrieron inquietos el lugar.
-¿Ocurrió? ¿Que cosa? – quiso saberIsmael.
Otro trueno se dejó oír a la distancia. Por unos instantes sintió la desazón de dejar la ciudad. Claro a sus treinta años aun mantenía las ansias de aventuras, y eso le reanimó a mantener su idea de haber dejado la ciudad y estar en un lugar que el no conociere. Se aventuró por aquel poblado que encontró en un mapa empolvado en el sótano de su casa y su lago a treinta minutosde allí. En el pueblo le habían comentado de una casa que alquilaban de vez en cuando cerca del lago con todas las comodidades posible. Eso era lo real. Lo irreal era el precio que a su parecer era muy barato. Y vaya que lo comprobó al mirar la elegancia natural de la casa a pesar de su fantasmagórico aspecto.
La anciana hizo caso omiso a la pregunta del escritor y le respondió a su vez conotra pregunta.
-¿Cuales son sus motivos para venir? ¿Viaje, paseo?
-Soy escritor- respondió. La miró con sus profundos ojos negros preguntándose el motivo por el cual le esquivo la respuesta. Justo al llegar al pórtico de la casa y en el instante que la dama iba abrir la puerta, se volvieron para mirar al cielo y ver las nubes negras cargarse de atmosfera tenebrosa y macabra másque como minutos antes. El trueno volvió a escucharse mas fuerte, tanto que los cristales de la casa se estremecieron brevemente y el escritor sintió la sangre de sus venas helarse por unos instantes, se preocupó volviéndola a mirar quiso saber.
-¿Siempre llueve por aquí?-
- Si joven. Desde que el lago apareció las lluvias son constantes. Ah, eso si, de noche cae una niebladigamos que es un poco espesa , no hay de que preocuparse es normal. No nos podemos quejar. ¿Entramos?
Rebecca abrió la puerta. Entraron. Respiro hondo queriendo atrapar quizás la historia que ella le negó conocerla. La casa era cómoda. Abajo a su izquierda una sala confortable con muebles de época. Una chimenea que prometía alegrar y calentar las noches, un tocadiscos y un retrato de una...