El Liberalismo Es Pecado
El liberalismo es pecado
Félix Sardá y Salvany
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Introducción
No te alarmes, pío lector, ni empieces por ponerle ya desde el principio mala cara a este librejo. Ni sueltes con espanto el papel, que por muy abrasadas y candentes que estén hasta el rojo blanco las cuestiones que en él ventilemos tú y yo en familiar y amistosa conferencia, no te quemarás los dedos con ellas, puesel fuego de que ahí se trata es metáfora y nada más. Ya sé, y en son de disculpa me lo vas a decir, que no eres tú solo el que siente invencible repulsión y horror por tales materias. Harto me consta que ha venido a ser ésta como una manía o enfermedad poco menos que general. Mas dime en conciencia: si de lo candente huimos, es decir, -de lo vivo y palpitante y contemporáneo y de actualidad, ¿a quéasuntos ha de consagrarse que sea de algún interés, la controversia católica? ¿A combatir enemigos que murieron ya siglos hace, y que como muertos y putrefactos yacen de todo el mundo olvidados en el panteón de la historia? ¿O a tratar en serio y con mucha formalidad y con grande ahínco asuntos de hoy, es verdad, pero acerca de los que no hay opinión discordante ni hostilidad alguna contra lossanos fueros de la verdad? ¿Y para eso ¡vive Dios! Nos apellidamos soldados los católicos, y representamos como ejército la Iglesia, y llamamos capitán a Cristo nuestro Señor? ¿Y fuera esa vida de lucha que sin cesar nos está intimando desde que por el Bautismo y Confirmación se nos armó caballeros para tan gloriosa milicia? ¿Guerra de comedia ha de ser en que se pelee contra enemigos pintados yfantásticos, con armas de pólvora sola y con espadas sin punta, a las que solamente se exige que brillen y metan vano ruido, pero que no hieran ni causen al contrario la menor desazón? No, por cierto, que si es verdad, como divina verdades el Catolicismo, verdad son y dolorosa verdad sus enemigos, verdad son y sangrienta verdad sus combates, verdad han
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de ser y no pura fantasía de teatro susofensivas y defensivas. De veras deben acometerse tales empresas y de veras llevarse a cabo: de veras deben ser, pues, las armas que se usen, de veras los tajos y reveses que se den, de veras las heridas que se causen o que se reciban. Abro la historia de la Iglesia, y en todas las páginas de ella me encuentro escrita, con huellas de viva sangre muchas veces, esta verdad. Cristo Dios, con sinigual entereza, anatematizó la corrupción judaica, y frente afrente de las más delicadas preocupaciones nacionales y religiosas de su época, alzó la bandera de su predicación y lo pagó con la vida. Los Apóstoles, al salir del Cenáculo el día de Pentecostés, no se pararon en pelillos para echar en rostro a los príncipes y magistrados de Jerusalén el asesinato jurídico del Salvador. Y les costó azotespor de pronto, y luego la muerte, el haber tocado esa por aquellos días tan candente cuestión. Y desde entonces a cada héroe de nuestro glorioso ejército ha hecho famosa la respectiva cuestión candente que le cupo en suerte dilucidar: la cuestión candente, la del día, no la fiambre y rezagada que perdió ya su interés, no la futura y nonnata que está aún en los secretos del porvenir. Los primerosapologistas se las hubieron cuerpo a cuerpo con el paganismo coronado y sentando nada menos que en trono imperial, cuestión candente en que se arriesgaba la vida. A Atanasio le valió persecuciones, destierros, fugas, amenazas de muerte, excomuniones de falsos concilios, la cuestión candentísima del Arrianismo que en sus días tuvo en conflagración a todo el orbe. Y Agustín, el gran adalid de todaslas cuestiones candentes de su siglo, ¿acaso les tuvo miedo por su incandescencia a los grandes problemas planteados por el Pelagianismo? Así de siglo en siglo y de época en época, a cada cuestión candente, que saca enrojecida de las fraguas infernales el enemigo de Dios y del género humano, destinó la Providencia un hombre o muchos hombres, que como martillos de gran potencia sacudieren de firme...
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