El libro de la almohada

SEI SHONAGON. El libro de la almohada. Madrid: Alianza Editorial (2004)
(Título original japonés: Makura no Sōshi. Selección y traducción de Jorge Luis Borges
y María Kodama) Autora reseña: Lilibabar
Japón. A finales del período Heian. A caballo entre el siglo X y el siglo XI. Un tiempo
de paz y de tranquilidad en el que nació, vivió y murió una mujer cuyo nombre se
desconoce pero que hapasado a la Historia con el apodo de Sei Shonagon.
Educada en el seno de una familia, donde se tenía en alta estima a la cultura, y en
particular, a la poesía, su padre era estudioso y poeta de cierta reputación, Sei Shonagon
formó parte de la pléyade de escritoras que hicieron florecer la literatura durante el
período clásico de las letras japonesas. Como sus contemporáneas, entre las quedestaca
Murasaki Shikibu (autora de la primera novela psicológica japonesa, La historia de
Genji), Sei Shonagon adoptó los silabarios hiragana y katakana -más cercanos a la
lengua oral japonesa que los ideogramas chinos- para escribir las notas, las anécdotas,
las impresiones y los poemas que forman parte de El libro de la almohada.
Un diario escrito en prosa poética
Lejos de ser una crónicaoficial de la vida cotidiana en la corte imperial de Fujiwara no
Michinaga (966-1028), El libro de la almohada se inscribe dentro de un género
autóctono de la literatura japonesa, el zuihitsu (parecido a un diario personal), y
constituye un delicioso testimonio de la propia Sei Shonagon que, convertida en dama
de honor de la emperatriz Sadako (976-1001), se muestra atenta a todo cuanto sucede a
sualrededor para describirlo con toda clase de detalles. Sin embargo, la autora no se
conforma solo con eso; no se limita a ver y a oír como una simple espectadora ajena a
los hechos y a las conversaciones que tienen lugar en las habitaciones y en los salones
de los palacios, en los jardines imperiales o en los carruajes, sino que quiere ir más allá
y busca, por todos los medios, dejarconstancia de su personalidad en el texto. A ello
hay que añadir, además, que le complace y se divierte expresando de manera directa,
irónica a veces, pero siempre refinada, cuáles son sus gustos, sentimientos,
pensamientos y opiniones. Realmente, Sei Shonagon posee unas dotes de observadora
excepcionales y transforma cada escena o pasaje que narra o describe en un lienzo
donde las palabras más queescribirse se dibujan a golpe de pincel. Nada tiene de
extraño que su libro se use aún en las escuelas para enseñar a los niños el modelo de
pureza y perfección lingüística. Leer este fragmento con el que empieza la obra es un
auténtico gozo: “En la primavera es el alba. Cuando la luz se desliza sobre las cumbres,
sus perfiles se tiñen de rosado y hebras de neblina de púrpura se extienden sobreellos.
En el estío, lo más bello son las noches, no sólo cuando hay luna sino también en la
oscuridad, cuando las luciérnagas vuelan de un lado a otro y hasta cuando llueve, ¡qué
hermoso es todo!”.
El regocijo poético que se apunta desde estas primeras líneas se mantiene a lo largo de
todo el libro y alcanza sus momentos más sublimes y delicados cuando Sei Shonagon
escribe, recita, oyerecitar o lee versos como estos: “Cuando hayas partido y estés ante
el sol que brilla tan carmesí en el Este, recuerda a los amigos que dejaste en esta ciudad
y que contemplan las incesantes lluvias”. Sensaciones parecidas se experimentan
también leyendo algunas de las “cartas matinales del día siguiente” que se han incluido
en la obra y con las cuales resplandece la melancolía profunda quesentían las
cortesanas al tener que separarse de sus amantes con la llegada del amanecer.
Sin argumento, con varios fragmentos y algunas listas
El Libro de la almohada es una obra que ofrece una gran libertad de lectura por cuanto
no existe en ella un argumento, sino una sucesión de episodios y listas de extensión muy
variada que se presentan de manera independiente. Este tipo de estructura...