El Libro Del Desapego

Novela

EL LIBRO DEL DESAPEGO
DE BEREMUNDO TRANSZ
JOSÉ GABRIEL BAENA

© José Gabriel Baena, 2001

"Para mi novela filosófica con un miligramo de nostalgia,
estoy tomando efedrina una vez por semana, opio una vez,
un poco de mezcalina para soltar mi imaginativa,
y masaje de la base del cuello para estimular el tálamo
después de la orgía mensual.
Escribo dos tercios de ella en pie,durante las primeras horas de la mañana,
y un tercio acostado, por la tarde.
Mi supervisor es un jungiano".
Cyril Connolly

Trans (del latín): más allá de // al otro lado //
del lado de allá de // por encima de.
"Proust notaba con exactitud que los libros de Ruskin
tenían una forma ´casi humorística´. Mezclaba
todos los tonos, la sátira, el capricho, el panfleto,
la descripción artística,la divagación histórica, la elocuencia,
la profecía, la observación moral, la página lírica".
Pietro Citati.

PRIMERA PARTE:
DONDE BEREMUNDO TRANSZ ES PRESENTADO Y EMPRENDE
SU VIAJE SIN SALIR DE LA CIUDAD.

“Apenas cumplidos los cincuenta años, al tipografista y escribano Beremundo Transz le sucedieron
sucesivamente

-vaya, vea usted lo modernoso del idioma, cómo se aprende de cosasen el canal Sony-,

todas las desventuras posibles e imposibles, le cayó el armaggedón, le vino con todos los fierros lo que
pudiera llamarse su P.A.P. o Pequeño Apocalipsis Personal, perdió los dientes que le quedaban “a causa de
su sexholismo” (dijo su ornitólogo), su ex mujer lo abandonó en definitiva (cosa rara en ellas), sus dos
amantas o amantisas (para precisar el género) le pegaronsendas pataditas en el culo, fue despedido de su
empleo en una pequeña imprenta, sus acreedores le reclamaron la totalidad de sus deudas y, queriéndolo o
no, tuvo que abandonar la ciudad donde vivía e irse de vagabundo por esas carreteras asoladas por la
guerra civil que desde hacía cincuenta años sacudía o, mejor, aniquilaba al país.”
-¡Qué buen comienzo para una novela de aventuras, yempezando así mismo el milenio! –decía para sí
mismo Beremundo aquel mediodía de domingo, recostado a la sombra de un frondoso bosquecillo de
laureles, o de mangos, pero también podría ser de eucaliptos o de sauces, era muy poco lo que el pobre
conocía de botánica, aunque para él aquello podría ser tan de jardinería como de holística o mineralogía. Por
aquellos primeros años del dosmil las disciplinasandaban ellas tan interdisciplinarias entre sí, que uno en la
prensa o en las revistas o en la Red podría encontrar artículos que se titularan de esta guisa: “Contaminación
parambiental y ciberfenomenología de la neo-arquitectura: la mujer y la crisis urbana”, una prodigiosa
zarabanda o popurrí temático que, sin embargo, cualquier pelagatos en los salones de belleza fingía
comprender. ¿No erala aldea global una belleza, antes de que se desenmascarara la verdadera verdad
acerca de que el planeta era, como afirmaban los nazis, cóncavo? Mas no nos apresuremos.
Pero, ¡ay, lectores!, esto no podrá seguir así. Beremundo, ratoncillo de ciudad, aclarémoslo de una
buena vez, no podría resistir ni un solo día a campo traviesa. Además, la cosa no era tan grave como lo
pintaba en susoliloquio. En la realidad de su pequeña vida, lo que había sucedido era sencillamente que
estaba empezando a disfrutar de su jubilación, después de veinticinco años en galeras, literalmente. Y
Beremundo, tan dado siempre a fantasear y tergiversar en sus cuadernos su travesía existencial (había
publicado, para sus amigotes, dos novelitas ligeramente lujuriosas, él, que se las preciaba de místicorilkeano), lo que hizo fue trasladar sus poquitas pertenencias, unos libros, algunos discos, su TV, su PC, su
DVD, su VIH, dentro de poco todas nuestras cosas serán nombradas sólo por sus iniciales, “debo visitar a A,
que vive en B, tomando la línea C”, a un coqueto, eso decía el aviso, apartaestudio en Boston, uno de los

más antiguos y todavía tranquilos barrios de Medellín, Colombia, América...