El mal samaritano

218

LIBROS

HELENA BÉJAR, El mal samaritano. El altruismo en tiempos del escepticismo. Anagrama, 2001, 189 pp.
Salvador Giner nos ha recordado recientemente que fue el padre fundador de la sociología, Augusto Comte, quien introdujo el concepto de altruismo como respuesta laica a la noción cristiana de caridad. Helena Béjar ha elegido este concepto, tan denostado en épocas de neoliberalismorampante, para continuar sus anteriores investigaciones sobre individualismo, aunque esta vez desde el lado contrario, interesándose por ese republicanismo cívico que nos llega del otro lado del atlántico, y del que las organizaciones no gubernamentales podrían ser un buen exponente (Helena Béjar: El corazón de la república. Avatares de la virtud política, Paidós). Dentro de su estrategia deinvestigación, el objetivo del trabajo consiste en analizar desde una metodología cualitativa –entrevistas en profundidad y sobre todo, grupos de discusión– la supuesta virtud cívica de los protagonistas de este nuevo altruismo que protagonizan las ONG. No es la primera vez que Helena Béjar utiliza la metodología cualitativa para fundamentar sus trabajos de teoría sociológica, pero en esta ocasión, ytal vez porque el trabajo fue presentado al premio Anagrama de ensayo, la parte metodológica se ha visto reducida a un breve nota final (pp. 187-189) que impide apreciar con detalle todo el trabajo analítico, así como cuestiones tan fundamentales en la investigación cualitativa como el diseño y la dinámica de los grupos. La autora se sitúa en una perspectiva metodológica que busca descubrir «lasactitudes personales y las representaciones colectivas», así como «la reproducción a escala limitada de los discursos de la opinión pública». El resultado final es brillante, aunque sin duda, éste resultado se debe más a su destreza en el manejo de los textos clásicos, que a la experiencia en el campo de la investigación empírica cualitativa. En su análisis nos presenta dos discursos principales:uno, que denomina lenguaje individualista y liberal, y otro que recibe el nombre de comunitarista cristiano, caracterizado este último, como lenguaje moral fuerte, anclado en la virtud. Hay un tercer discurso cívico que identifica en el sentido más político y republicano, con la participación. El primero de los discursos lo adscribe a los jóvenes, mientras que el segundo es adjudicado a los gruposde amas de casa cristianos. El tercero, en cambio, aparece entre los profesionales que trabajan en organizaciones de ayuda al desarrollo. Desde el punto de vista metodológico, una de las limitaciones importantes de este trabajo es haber dado por supuesto que los grupos objeto de estudio elaboran discursos homogéneos, esto es, que carecen de contradicciones internas, no presentan fisuras discursivasy carecen de fracciones de grupo. Resulta difícil de aceptar que no haya contradicciones en el grupo de amas de casa que trabajan en organizaciones de ayuda cristianas, e incluso diferentes concepciones de la vida. Presuponer que las personas dedicadas al voluntariado deben tener un discurso diferente de las que se dedican a la cooperación para el desarrollo, nos parece, mas que una hipótesis detrabajo, un prejuicio metodológico. La especialización funcional de las organizaciones no tiene, en principio, por qué condicionar las orientaciones ideológicas de sus miembros (entendida la ideología, en sentido fuerte, como visión del mundo). Al investigador le corresponde la ardua labor de la interpretación, esto es, atreverse a penetrar en el nivel de lo preconsciente o pasar del nivel de ladenotación al nivel de la connotación. Los discursos en cuanto fragmentos del lenguaje social, no pueden identificarse de un modo absoluto con las ocupaciones (amas

LIBROS

219

de casa, profesionales) e incluso, con la situación social (jóvenes), en todo caso, la adscripción no es más que un simple punto de partida, un recurso útil en la confección del diseño. Los discursos son casi...