El Malestar En La Cultura
En condiciones normales nada nos parece tan seguro y establecido como la sensación de nuestra mismidad, de nuestro propio yo. Este yo se nos presenta como algo independiente unitario, bien demarcado frente a todo lo demás, pero la investigación psicoanalítica nos ha enseñado que el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconscienteque denominamos ello y a la cual viene a servir como de fachada. Pero, por lo menos hacia el exterior, el yo parece mantener sus límites claros y precisos.
Hemos de decirnos que este sentido yoico del adulto no puede haber sido el mismo desde el principio, sino que debe haber sufrido una evolución. Originalmente el yo lo incluye todo; luego, desprende de sí un mundo exterior. Nuestro actualsentido yoico no es, por consiguiente, más que el residuo atrofiado de un sentimiento más amplio, que correspondía a una comunión más íntima entre el yo y el mundo circundante.
Pero en la vida psíquica nada de lo una vez formado puede desaparecer jamás; todo se conserva de alguna manera y puede volver a surgir en circunstancias favorables, como, por ejemplo, mediante una regresión de suficienteprofundidad.
Así, pues, estamos plenamente dispuestos a aceptar que en muchos seres existe un «sentimiento oceánico», que nos inclinamos a reducir a una fase temprana del sentido yoico.
Puedo imaginarme que el «sentimiento oceánico» haya venido a relacionarse ulteriormente con la religión, pues este ser-uno-con-el-todo, implícito en su contenido ideativo, nos seduce como una primera tentativa deconsolación religiosa, como otro camino para refutar el peligro que el yo reconoce amenazante en el mundo exterior.
El hombre común no puede representarse esta Providencia sino bajo la forma de un padre grandiosamente exaltado, pues sólo un padre semejante sería capaz de comprender las necesidades de la criatura humana, conmoverse ante sus ruegos, ser aplacado por las manifestaciones de suarrepentimiento.
Las religiones de la Humanidad deben ser consideradas como semejantes delirios colectivos. Desde luego, ninguno de los que comparten el delirio puede reconocerlo jamás como tal.
La religión viene a perturbar la libre elección y adaptación, al imponer a todos por igual su camino único para alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento. Su técnica consiste en reducir el valor de la vida yen deformar delirantemente la imagen del mundo real, medidas que tienen por condición previa la intimidación de la inteligencia.
hay ciertas diferencias en la conducta de los hombres, calificadas por la ética como «buenas» y «malas», sin tener en cuenta para nada sus condiciones de origen. Al principio la conciencia moral (más exactamente: la angustia, convertida después en consciencia) es lacausa de la renuncia a los instintos, posteriormente, en cambio, esta situación se invierte: toda renuncia instintual se convierte entonces en una fuente dinámica de la conciencia moral; toda nueva renuncia a la satisfacción aumenta su severidad y su intolerancia.
Si alguien tiene un sentimiento de culpabilidad después de haber cometido alguna falta, y precisamente a causa de ésta, tal sentimientodebería llamarse, más bien, remordimiento.
Se puede destacar el sentimiento de culpabilidad como problema más importante de la evolución cultural, señalando que el precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad.
Remordimiento es un término global empleado para designar la reacción del yo en un caso especial del sentimientode culpabilidad, incluyendo el material sensitivo casi inalterado de la angustia que actúa tras aquél; es en sí mismo un castigo, y puede abarcar toda la necesidad de castigo; por consiguiente, también el remordimiento puede ser anterior al desarrollo de la conciencia moral.
Tal como el planeta gira en torno de su astro central, además de rotar alrededor del propio eje, así también el individuo...
Regístrate para leer el documento completo.