El Malpensante
Variosperiodistas –Paola Atehortúa, cronista judicial de La Tarde, Simón Bolívar, redactor de Q’hubo, Nahún Guerrero, el reportero gráfico, don Óscar, el conductor, y yo– fuimos hasta La Virginia. Al llegar, dimosuna vuelta por el cementerio y vimos sobre el asfalto la mancha de sangre de la víctima cubierta por aserrín. Preguntando aquí y allá, llegamos al parque principal donde nos habían dicho que vivía lasobreviviente. La mujer estaba sentada sobre una colcha bajo la protección de un árbol y de un poste del alumbrado público. De piel quemada por el sol, tendría unos setenta años. Le conté diez heridas,todas cosidas, pues acababa de salir del hospital. Olía a pañal usado.
–Un muchacho me quería matar –nos dijo con voz ahogada–. Me tiraba y yo me defendía, por eso tengo los brazos todos llenos decortadas –los levantó y nos mostró las suturas–. Yo me defendía con todas mis fuerzas. Hasta que un señor de los que barren las calles nos vio y se vino con la escoba y el muchacho que me estabadando puñal salió corriendo. Ese señor me salvó la vida porque luego me ayudó a ir a urgencias.
Era desconcertante que la mujer hubiera resistido los ataques: sus brazos y piernas tenían el grosor delos de un niño y su altura no sobrepasaba el metro cincuenta. Nos dijo que ya había declarado en la policía quién era el criminal y por dónde podían encontrarlo.
En la estación de policía, SimónBolívar, el redactor de Q’hubo a cargo de este caso, conversó con el comandante. De entrada, le preguntó si no existiría un plan de exterminio contra los indigentes. En lo que iba del año habían...
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