El mar que nos trajo
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...ed io vorrei che pure a te venisse,
ora, di me un’eco di memoria,
come quel buio murmure di mare.
S. Quasimodo
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Un murmullo de mar,
un eco de memoria.
En elverano del 89 se produjeron dos acontecimientos importantes en la vida de Agostino cuyo
transcurso no le había deparado sufrimientos ni alternativas notables. En primer lugar, su futuro cuñado intercedió ante la compañía naviera en la que
trabajaba y le consiguió un contrato como marinero
en la línea Génova-Buenos Aires. En segundo lugar,
se casó con Adele.
Él tenía diecinueve años y hastaese momento sólo
había conocido la isla y el mar que la rodeaba. Cada
atardecer, salvo que el tiempo lo impidiera, salía en
barca bajo patrón en jornadas que, según la pesca,
concluían al amanecer o al mediodía siguiente. Se trabajaba mucho y se ganaba poco. En cambio, marinero en un buque de ultramar, su porvenir sería distinto,
y bien lo sabía por los paisanos embarcados que cada
dos o tresmeses regresaban a la isla con provisiones
exóticas, regalos y dinero en el bolsillo. Decían que el
trabajo distraía de la ausencia.
Agostino recibió las felicitaciones de sus compañeros, ligeramente resentidas en los más jóvenes que
envidiaban un destino semejante. A dos o tres podría
sonreírles la fortuna, como había sucedido con Agostino, pero la mayoría poco conocería del mundo.
Ellosestarían condenados al mismo ritmo de trabajo
toda la vida: la pesca, la venta a precios viles y el ocio
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destinado al arreglo de las redes. Sólo tenían a su favor
el mar habitualmente sereno, pero que de vez en cuando
también se encabritaba.
Agostino estaba muy enamorado de Adele, que
había cumplido diecisiete años. Cuandola familia
de ella impuso el casamiento, Agostino aceptó. El
padre y los dos hermanos mayores, Cesare y Renato,
en una reunión sólo de hombres, dijeron: Adele era
honesta, el viaje sería largo, un novio que parte no
otorga la misma seguridad de un marido que parte.
En este caso estarían los votos de fidelidad pronunciados, el compromiso asumido ante Dios de una
vida compartida hasta lamuerte. Tenían rostros severos, discurso solemne, y Agostino no hubiera podido escapar de la reunión sin acceder al casamiento.
Pero él también lo deseaba, brillaban sus ojos cuando
estrechó las manos del padre y de los hermanos de
Adele, cuando brindaron con vino antes de llamar a
las mujeres.
Ellas acudieron y se unieron al brindis con un
fondo de vino en los vasos. Agostino miró furtivamentea Adele, no para avizorar su sonrisa feliz sino su
cuerpo generoso, los senos firmes bajo el vestido. Falto de aire, respiró con la boca abierta. Se moría de
calentura por Adele, a la que nunca dejaban sola. De
ella sólo había tocado los dedos de su mano porque
los ojos escrutadores de la madre o de la abuela no los
abandonaban un instante, fijos y recelosos como si
un suspiro dedistracción pudiera desencadenar una
hecatombe. Conocía la voz de Adele, un poco ronca,
pero esa voz nunca le decía sino palabras que todos
podían escuchar. La deseaba, íntima y secreta, con
tanta fuerza como deseaba su cuerpo.
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Decidida la boda, los padres de Adele completaron las piezas del ajuar, cedieron el mejor cuarto de lacasa y la fiesta se celebró un día luminoso de fines de
verano que terminó en lluvia, Agostino un poco incómodo en su terno nuevo, sin más ojos que para Adele,
vestida de novia.
Un mes después debía partir. Adele lloró la noche
previa y cuando oyó el ruido del carromato que venía
a buscarlo para conducirlo al pequeño puerto de la isla,
se tendió en la cama y ocultó el rostro arrasado en...
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