El marcapasos

EL MARCAPASOS DE LA ABUELA

“Ya pasó”, con ese mensaje de texto telegráfico mi hermana esperaba que yo supiera que mi abuela había partido a sus 99 años bien vividos. “¿Pasó qué?”, fue mirespuesta, pero en mi fuero interno esperaba que se tratara de otro acontecimiento. Llamé a mi secretaria y me dijo que faltaban 4 pacientes por ver, decidí terminar la consulta y luego irme a casa. Mientrasel taxista daba la vuelta para dejarme en la puerta, salía por el portón una carroza fúnebre donde evidentemente hacía mi abuela su último viaje. En los alrededores de la casa se apiñaban losautomóviles de familiares y amigos. Me baje del taxi y desde ese momento todo lo que viví ocurrió en cámara lenta.

Pensaba como su médico tratante, iba a llenarle el certificado de defunción, con toda laformalidad del caso y a quedarme en casa sin participar en el rito funerario porque no tenía el valor para afrontar la situación como familiar. Era una realidad de la que te proteges con el máximoraciocinio posible.

A sus 93 años descubrí, por azar, que se moría varias veces durante la siesta. Para esa época recién había comprado un aparato que me permitía evaluar el ritmo cardíaco por 24 horas yquise estrenarlo colocándoselo a ella como sujeto de prueba. Pues resultó que mientras dormía apaciblemente en su mecedora su corazón dejaba de latir hasta por 4 segundos. Mis años de entrenamientoen Marcapasos me salvaron en el último minuto de un ataque de pánico y en cosa de 3 días entraba mi abuela, echando chistes como siempre, a la sala de hemodinamia para un implante de ese dispositivomilagroso que convertía a ancianos moribundos en adultos mayores en plenitud de la vida.

Seis años después amanecía en su sueño eterno uno de mis afectos más queridos, no tenía el valor de ir adespedirme y no lo hubiese hecho si mi hermana, en su clásico estilo telegráfico, no me hubiese escrito: “hay que sacar marcapasos para cremar, cobran tres mil”. Mi sentido común reacciono ante esa...