El Marido Confesor (Giovanni Boccacio)

Páginas: 12 (2851 palabras) Publicado: 22 de septiembre de 2013
El marido confesor
Autor: Giovanni Boccaccio
Hubo, en otra época, en Rímini, un comerciante, muy rico en tierras y en metálico, con mujer bonita y de primaverales años, que se volvió en extremo celoso. ¿Cuál era el motivo? No tenía otro sino que amaba hasta la locura a su mujer, encontrándola perfectamente bonita y bien hecha, y como el anhelo de ella era agradarle, se imaginaba que trataba,a la par, de agradar a los demás, ya que todos la hallaban amable y no cesaban de prodigar elogios a su belleza. Idea original, que sólo podía salir de un cerebro estrecho y enfermizo. Hostigado incesantemente por sus celos, no la perdía un instante de vista; de suerte que aquella infortunada era vigilada con más ahínco que lo son algunos criminales sentenciados a la última pena. Para ella nohabía ni bodas, ni festines, ni paseos: sólo le era permitido ir a la iglesia los días de gran solemnidad, pasando todo el tiempo en su casa, sin tener libertad de asomar la cabeza a las ventanas de la calle, bajo ningún pretexto. En una palabra, su situación era de las más desdichadas, y la soportaba con tanta mayor impaciencia cuanto que no tenía cosa que reprocharse. Nada más capaz de conducirnos almal que la torcida opinión que se haya formado de nosotros. Así, pues, aquella mujer, viéndose, sin motivo alguno, mártir de los celos de su marido, creyó que no sería un crimen mayor si estaba celoso con fundamento. Mas ¿cómo obrar para vengarse de la injuria hecha a su discreción? Las ventanas permanecían continuamente cerradas, y el celoso se guardaba de introducir en la casa quienquiera quefuese que hubiese podido enamorarse de su mujer. No teniendo, pues, la libertad de elección, y sabiendo que en la casa contigua a la suya vivía un joven gallardo y bien educado, deseaba que hubiese alguna hendidura en la pared que dividía sus habitaciones, desde la cual pudiese hablarle y entregarle su corazón, si quería aceptarlo, segura de que más tarde le sería fácil encontrar un medio paraverse de más cerca y distraerse un tanto de la tiranía de su marido, hasta que este celoso se hubiese curado de su frenética pasión.
De consiguiente, mientras estuvo ausente su marido, no tuvo otra ocupación que inspeccionar la pared por todos lados, levantando con frecuencia la tapicería que la cubría. A fuerza de mirar y remirar, divisó una pequeña hendidura, y, aplicando los ojos en ella, vio unpoco de luz al través. Sí bien no le fue posible distinguir los objetos, no obstante, pudo juzgar con facilidad que aquello debía ser una habitación. “Si por casualidad fuese la de Felipe, decía para sí, mi empresa estaría en vías de ejecución. ¡Dios lo quiera!” Su criada, que pusiera de su parte, y que estaba apiadada de su suerte, recibió el encargo de informarse discretamente de lo que leconvenía saber. Aquella fiel confidente descubrió que la hendidura daba precisamente al cuarto del joven, y que éste dormía en él sin compañía. Desde aquel momento, no cesó la joven de escudriñar por el agujero, sobre todo cuando sospechaba que Felipe podía estar en su habitación. Un día que le oyó toser, empezó a rascar la hendidura con un bastoncito, y tanto hizo, que el joven se aproximó para ver loque aquello significaba. Entonces ella le llamó por su nombre suavemente, y, habiéndola reconocido Felipe al timbre de su voz, y contestándole con cariño, apresúrase a declararle la pasión que le inspiraba. Contentísimo el joven por tan feliz coyuntura, trabajó, por su parte, para ensanchar el agujero, teniendo especial cuidado en cubrirlo con la tapicería cada vez que abandonaba la habitación. Alpoco tiempo, la hendidura fue bastante grande para verse y tocarse las manos; empero, los dos amantes no podían hacer otra cosa, a causa de la vigilancia del celoso, que raras veces salía de casa, y encerraba a su mujer bajo llave, si se veía obligado a ausentarse por algún tiempo.
Acercaban se las fiestas de Navidad, cuando, una mañana, la mujer dijo a su marido que deseaba confesarse y...
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