el martes con el ruco
sorteos y alguna que otra noticia propiamente dicha. El titular más importante del día se escribía en una pizarra pequeña que se apoyaba en el último paquete de periódicos, y solía
decir algo así como ¡DIANA RIÑE CON CHARLES!, O GAZZA DICE AL EQUIPO: ¡QUIERO
MILLONES!
La gente arrebataba estos periódicos, devoraba sus cotilleos, y yo había hecho
siempre lo mismo en mis visitas anteriores a Inglaterra. Pero ahoradaba lo que había dicho Morrie durante nuestra visita: «La cultura que
tenemos no hace que las personas se sientan contentas de sí mismas. Y uno ha de tener la fuerza suficiente para decir que si la cultura no funciona, no hay que tragársela».
Morrie, fiel a estas palabras suyas, había desarrollado su cultura propia mucho antes
de ponerse enfermo. Tertulias, paseos con amigos, bailar con su música en la iglesia de la plaza Harvard. Había puesto en marcha un proyecto llamado Casa Verde, gracias al cual la
- 27 -Mitch Albom Martes con mi viejo profesor
gente pobre podía disponer de asistencia de salud mental. Leía libros paraencontrarideas
nuevas que exponer en sus clases, visitaba y recibía visitas de sus compañeros, seguía en
contacto con sus antiguos alumnos, escribía cartas a amigos lejanos. Dedicaba más tiempo a comer y a contemplar la naturaleza y no desperdiciaba el tiempo delante de la televisión
viendo comedias o «películas de la semana». Se había creado una crisálida de actividades humanas (conversación, trato, afecto), y ésta llenaba su vida como un cuenco de sopa que
rebosa.
Yo también me había desarrollado mi cultura propia: el trabajo. En Inglaterra trabajaba para cuatro o cinco medios de comunicación, haciendo malabarismos como un
payaso. Pasaba ocho horas al día ante el ordenador, introduciendo mis artículos para ...
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