El Mestizaje como problema antropologico
La ciudad y el anonimato
Texto Santiago López Petit Profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona y miembro de Espai en Blanc
Foto: Consuelo Bautista
Foto: Consuelo Bautista
Rebelión en la periferia y desocupación del centro, “los encerrados fuera” y “los encerrados dentro”. Los bárbaros abren espacios del anonimato e interrumpen lamovilización global que llamamos vida. Espacios del anonimato que son agujeros negros donde el poder no puede asomarse.
La afirmación de que el espacio es político ya no sorprende. Y, sin embargo, el camino que llevó a ella fue arduo, ya que tenía consecuencias e implicaba innovaciones respecto a lo que era el pensamiento crítico imperante muy ligado a la fábrica. Al vaciar de ideología laconcepción del espacio y rechazar la ciudad como objeto científico ahistórico, el espacio se convertía en fundamento y portador de dinámicas de transformación social. Henri Lefebvre, cuya contribución a esta desabsolutización del espacio fue importantísima, veía el espacio urbano como potencialmente emancipador: “El espacio permite, sugiere, y también prohíbe, ciertas acciones”1. Si el conflicto estabasituado en el espacio mismo –decir que el “espacio es político” significa antes que nada eso–, el surgimiento y desarrollo de los sujetos políticos quedaba asimismo estrechamente vinculado al espacio. En esta medida, se podía afirmar que la resistencia y la lucha arrancaban del espacio, actuaban sobre el espacio, a la vez que abrían espacios. La centralidad de lo que se denominó “la cuestiónurbana” a partir de los años sesenta respondía a este planteamiento, y fue el mismo Lefebvre quien supo ver que llevaba asociada el nacimiento de un nuevo derecho: el derecho a la ciudad2.
Se puede asegurar que el “derecho a la ciudad” ha sido el horizonte práctico que ha guiado directa o indirectamente muchos de los movimientos urbanos en los últimos tiempos. Pero ese mismo derecho ha empezado aencorsetar las nuevas expresiones de resistencia. El movimiento por una vivienda digna que se extendió por diferentes ciudades españolas tuvo su máxima fuerza cuando giró en torno a la extraña consigna “No tendrás casa en la puta vida”3. Más de 20.000 personas salieron en Barcelona a manifestarse bajo esa no-reivindicación. Cuando el movimiento quiso hacerse movimiento social, es decir, cuandoentró en el marco del derecho y buscó un interlocutor, el movimiento se deshinchó inmediatamente. Ese es únicamente un ejemplo concreto de cómo la lucha por el “derecho a la ciudad” tiene que ser revisada y reformulada, ya que como horizonte político no parece tener la misma validez que antes. Nos podríamos referir también, para apoyar esa necesidad de crítica, a las rebeliones de las periferiasde ciudades como París, a las nuevas formas de conflictividad ligadas a la vida urbana en las ciudades miseria del llamado tercer mundo, etc. Lo cierto es que, en la medida en que la afirmación “el espacio es político” se hace problemática, y en seguida abordaremos el porqué, la propia lucha en el marco del derecho –en nuestro caso “el derecho a la ciudad”– se hace también problemática. Dichodirectamente: cuando el espacio público, cuando la ciudad ya no es un espacio político ¿qué significa entonces continuar hablando de una lucha en defensa del derecho a la ciudad? Cuando el espacio público se hunde como tal, y los espacios del anonimato que surgen niegan el diálogo democrático, no tiene mucho sentido seguir asegurando que “la ciudad como aventura de la libertad ha hecho delespacio urbano un lugar de conquista de derechos”4. Es más, ese tipo de declaraciones (“la ciudadanía se conquista en el espacio público”5, etc.), que son directamente falsas, persiguen ocultar la existencia de una politización asociada a la fuerza del anonimato y que ya no se expresa en el antiguo espacio público.
La neutralización del espacio público
Si el espacio público es el cruce de procesos...
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