El Misterio De La Ara A
“La Araña” se introdujo en su vida, cuando entró a mear por tercera vez en la jornada. No estaba muy claro si es que había bebido un rechingo de Victorias el domingo, o que estaba harto del olor de los chiles en vinagre, el caso es que había dejado la línea por tercera vez y se fue a meter al rincón de los meados. Y allí, resplandeciente, sobre los mosaicos que algunavez fueron blancos, se veía clarito el mensaje:
Las horas extras se pagan doble
La Araña
y abajo un extraño signo, como una bolita con cuatro patitas filosas, algo así como
Roberto se quedó mirando la pared sorprendido, y hasta se olvidó de mear. “Las horas extras se pagan doble”, pensó. De nuevo entre los chiles en vinagre, fue olvidándose de la historia, y ya no volvió a recuperarla ni siquieracuando le pidieron que se quedara dos horas a sacar los últimos chiles que habían llegado en los camiones en la mañana.
Tampoco se acordó del mensaje el viernes siguiente, cuando en el sobre de raya, le pagaron esas dos horas y otras tres que se había echado el miércoles como sencillas. La verdad es que la sorpresa le duró bien poco, y además alguien debía haber borrado el letrero luego luego,porque el martes entrando a trabajar, ya no estaba.
Una semana después cuando estaba ayudando en enlatado, sobre la línea pasó un papel, entre dos botes relucientes, aún sin etiquetas. Un papel blanco, con grandes letras:
¿Por qué no dan las botas que prometieron?
La Araña
Roberto levantó la vista buscando quién lo había puesto allí de los once cuates que había antes que él en esa línea, pero sólodescubrió caras ocupadas, rostros hundidos en las operaciones de rellenado. Las mismas caras y los mismos güeyes de siempre. Estuvo a punto de tender la mano para tomar el papel, pero se contuvo. Siguió trabajando, aunque a ratos ojeaba para ver como reaccionaban los que lo seguían en la línea, los otros catorce güeyes que seguían; más aún, quería saber qué pasaba cuando el papel llegaba hasta elfinal, pero por andar menseando estuvo a punto de pasársele un bote, y cuando se dio cuenta, el papel ya no estaba sobre la banda móvil. O se había caído, o alguien lo había pasado a la banda de enfrente.
Luego, pensó en el mensaje: “¿Por qué no dan las botas que prometieron?”. A güevo, se dijo, las botas, porque todo el rato se estaba uno resbalando con los desperdicios y la empresa había prometido aprincipio de año unas botas de hule con banda estriada en la suela, y pura madre, nunca habían llegado.
Pero Roberto tenía mala memoria, y cuando el jueves patinó y se dio un buen madrazo en la cadera, y casi se rompe el brazo, no se acordó del mensaje de la araña, y se limitó a decirse a sí mismo que era muy pendejo, que si no se fijaba iba a acabar en el Seguro y de mala manera.
Aún así, eljueves, después del putazo, cuando lo tenían cargando botes en un camión, la araña se le volvió a aparecer mágicamente.
Llevaba dos botes de a seis kilos en equilibrio y de repente se fijó que enfrente de sus narices, en lugar de la habitual etiqueta: “Chiles La Tlalpeña”, estaba pegado un volantito que decía:
¿Sabes que hace diez años que tenemos sindicato?
La Araña
y nuevamente la bolita conpatitas.
Del susto, esta vez por poco se cae sin necesitar el resbalón. Cuando se repuso llegó hasta el camión y paró el bote de manera que Fermín, que era el que los recibía arriba, viera clarito el letrero que sustituía la etiqueta, y esperó encontrar una clave en su rostro, pero Fermín nomás lo contempló y luego mirándolo a él fijamente dijo:
-¡Ah!, qué la araña.
Como Fermín era muy callado, y él noera su cuate, siguió cargando sin preguntar nada, pero fijándose en que al menos uno de cada veinte botes traía letrerito en lugar de etiqueta.
Así se fue el día, y al siguiente, cuando estaba taqueando en el changarrito enfrente de la entrada principal de la fábrica, ya ni se sorprendió al encontrar en lugar de las servilletas de papel de estraza un puñito de volantes, de la cuarta parte de una...
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