El MISTERIO DE LA ISLA

El misterio de la Isla
Desde el raudo sonido del oleaje, cercano y lejano, el perfil costanero retumbaba su fuerza mientras en torno al chasquido del cañón, ensordecedores eran del trueno los destellos de artillería en el cielo.
Una lluvia torrencial se vertía desde la benemérita de la patria, en cuya tierra habitaba Geomer, un auténtico muchacho sin vulgaridad alguna, quien estaba empeñado ala búsqueda biológica de la diversidad en la fauna marina que por estas costas habita. Y por otro sector se encaminaban en lo mismo Martina y Bartolomé, de la centinela sin relevo y la capital bananera respectivamente.
Sin conocerse el uno del otro, era el destino de su gusto en común que unía al explorador trío por el afán a los animales acuáticos, siendo autodidactas en su propia biologíarecalcando que Geomer era el más interesado.
Viajaba Geomer hacia la tierra del manglar, la de las conchas, la de las islas, la del Martín pescador, el Archipiélago de Jambelí, la belleza forestal humedecida por las corrientes del Pacífico. El objetivo de Geomer fue recopilar datos de la flora y fauna de Bellavista, de inmediato aconteció a su percepción los coloridos y nítidos rasgos de unasimpática ave, un Martín pescador, en su asombro pudo redactar en su diario la gran habilidad de éste para la caza.
Martina quien se propuso realizar una expedición en su natal Huaquillas, fue participe de sus ideas ecologistas, se trasladó al lugar más cercano, Hualtaco, uno de estos magníficos balnearios de la costa sur, vastos de moluscos y crustáceos. Sin embargo, Bartolomé se encontraba en otrasituación, puesto que era el mayor de los tres biólogos, tenía una gran responsabilidad para con su madre ya que a la señora últimamente le aquejaba demasiado una enfermedad adquirida por el esfuerzo y sacrificio para el bienestar de su hijo.
La curiosidad de Geomer era tan grande que se vio en la necesidad de regresar al archipiélago por más, incursionó en Costa Rica, Payana e incluso hastaBellavista en busca de fauna, costumbres y tradiciones del pueblo de cada isla, sin dejar de lado la gran importancia para él de encontrar restos de cetáceos.
Cierto día del mes de Marzo, Martina y Geomer visitaron ambos un pequeño centro biológico encargado de almacenar valiosa información de cada uno de los investigadores que formaban el apogeo de las ciencias naturales.
Fue en este momento cuandoMartina y Geomer cruzaron palabras acerca de su pasión, la vida marina; se conocieron, hablaron de sus vidas profesionales, de los cantones de donde provenían con toda la prudencia y respeto que cada uno se merecía. Gracias a esta visita ambos pudieron concordar con una duda que los refulgía desde sus antecesores.
-¿Sabe algún misterio de islotes de nuestra verde?-preguntó Martina a Geomer.
-Creoconocer el trémulo caso de Las Huacas, la isla dueña de un terrorífico misterio según sus habitantes, un sacerdote que había llegado encomendado por la comunidad católica de la era, quien hubiera contribuido poco a hacer más impíos los días de los isleños, fue tanta su intranquilidad con la población que en una fúnebre mañana comunicaba el prelado una misa para la paz en la comuna, y es de éstedesierto evento, puesto que el sitio estaba completamente solitario como si el crepúsculo de la noche se apoderaba del santuario, apareció la más iracunda facción, palpitante de enojo y de angustia, un sentimiento inextinguible.
-No, no prosiga el estupor rodea mi merced-dijo Martina a Geomer.
-Si desea conocer de la riqueza de nuestras tierras debe vencer las vacilaciones de tu furtiva y sensiblealma-sugería Geomer para tranquilizar a Martina.
-Daban testimonio de la espectral escena y escuchado las maledicencias del religioso, entonces se murmura que desde aquella fecha la isla está maldita.
-Pero, ¿Cree usted que existan restos de animales acuáticos en esta isla?-volvió a preguntar Martina a Geomer.
-En realidad, desconozco ni la he visitado para ser franco-respondió Geomer.
En...