El Monje Que Vendió Su Ferrari

Páginas: 10 (2261 palabras) Publicado: 24 de agosto de 2011
El monje que vendió su Ferrari ha sido un proyecto muy espe¬cial que ha visto la luz gracias al esfuerzo de gente también muy especial. Estoy profundamente agradecido a mi magnífico equi¬po de producción y a todos aquellos cuyo entusiasmo y energía han hecho posible que este libro sea una realidad, en especial a mi familia de Sharma Leadership International. Vuestro com¬promiso y sentido deléxito me conmueve de veras.
Gracias especiales:
A los millares de lectores de mi primer libro, MegaLiving!, que tuvieron la bondad de escribirme y compartir sus historias de éxito o asistir a mis seminarios. Gracias por su apoyo y su cariño. Ustedes son la razón de que yo haga lo que hago.
A Karen Petherick, por tus incansables esfuerzos para que este proyecto cumpliera los plazos previstos.
A miamigo de la adolescencia John Samson, por tus pers¬picaces co-mentarios sobre el primer borrador, y a Mark Klar y Tammy y Shareef Isa por vuestra valiosa aportación al manus¬crito.
A Úrsula Kaczmarczyk, del departamento de Justicia, por todo el apoyo.
A Kathi Dunn por el brillante diseño de la cubierta. Creía que nada podía superar a Timeless Wisdom for Self-Mastery. Me equivocaba.
A Mark VictorHansen, Rick Frishman, Ken Vegotsky, Bill Oulton y, cómo no, a Satya Paul y Krishna Sharma.
Y, sobre todo, a mis maravillosos padres, Shiv y Shashi Sharma, que me han guiado y ayudado desde el primer día; a mi leal y sabio hermano Sanjay Sharma y a su esposa, Susan; a mi hija, Bianca, por su presencia; y a Alka, mi esposa y mejor amiga. Todos vosotros sois la luz que ilumina mi camino.
A IrisTupholme, Claude Primeau, Judy Brunsek, Carol Bonnett, Tom Best y Michaela Cornell y el resto del extraordi¬nario equipo de Harper Collins por su energía, entusiasmo y fe en este libro. Gracias muy especiales a Ed Carson, presidente de Harper Collins, por ser el primero en ver el potencial de esta obra, por creer en mí y por hacerlo posible.

La vida, para mí, no es una vela que se apaga. Es másbien una espléndida antorcha que sostengo en mis manos durante un momento, y quiero que arda con la máxima claridad posible antes de entregarla a futuras generaciones.
GEORGE BERNARD SHAW

UNO

El despertar

Se derrumbó en mitad de una atestada sala de tribunal. Era uno de los más sobresalientes abogados procesales de este país. Era también un hombre tan conocido por los trajes italianos detres mil dólares que vestían su bien alimentado cuerpo como por su extraordinaria carrera de éxitos profesionales. Yo me quedé allí de pie, conmocionado por lo que acababa de ver. El gran Julián Mantle se retorcía como un niño indefenso pos¬trado en el suelo, temblando, tiritando y sudando como un maníaco.
A partir de ahí todo empezó a moverse como a cámara len¬ta. «¡Dios mío –gritó su ayudante,brindándonos con su emo¬ción un cegador vis-lumbre de lo obvio–, Julián está en apu¬ros!» La jueza, presa del páni-co, musitó alguna cosa en el teléfono privado que había hecho instalar por si surgía alguna emergencia. En cuanto a mí, me quedé allí parado sin saber qué hacer. No te me mueras ahora, hombre, rogué. Es demasiado pronto para que te retires. Tú no mereces morir de esta forma.
Elalguacil, que antes había dado la impresión de estar em¬balsamado de pie, dio un brinco y empezó a practicar al héroe caído la respiración asistida. A su lado estaba la ayudante del abogado (sus largos rizos rozaban la cara amoratada de Julián), ofreciéndole suaves palabras de ánimo, palabras que él sin duda no podía oír.

Yo había conocido a Julián Mantle hacía diecisiete años, cuando uno de sussocios me contrató como interino durante el verano siendo yo estudiante de derecho. Por aquel entonces Julián lo tenía todo. Era un brillante, apuesto y temible aboga¬do con delirios de grandeza. Julián era la joven estrella del bu¬fete, el gran hechicero. Todavía recuerdo una noche que estuve trabajando en la oficina y al pasar frente a su regio despacho di¬visé la cita que tenía enmarcada sobre...
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