El Moto
¡Ave María Purísima! ¡Ave María Purísima! ... exclamaba don Soledad desde su camastro, a las cuatro de la mañana del día siguiente, arrebujado aún en sucobo, con la cabeza ceñida por un pañuelo y con las manos llevadas a la frente.
-Gracia Concebida. Gracia Concebida. -respondió doña Micaela, luego Cundila y Rafael: por los cuartos sólo se oía el rumorde todos los peones contestando: Gracia Concebida.
El gamonal ensartóse los pantalones y los chanclos y publicó tres veces:
Todo el orbe cante
con gran voluntá
el trisagio santo
de la trenidá:Santo, Santo, Santo
es Dios de verdá
siendo trino y uno
con toda igualdá
Las últimas palabras se las cogió doña Micaela, para seguir cantando el trisagio otras tantas veces, ínterin se ajustabaal cuerpo las enaguas y ponía en su lugar las gargantillas y escapularios que de su cuello pendían.
-Santo, Santo... Viva Jesús, viva su Gracia... -repitieron Cundila y la india Chon, inseparablessiempre, llegando a la cocina, donde iba a preparar el desayuno para los trabajadores.
Así empezaron, pues, las tareas cotidianas. En los patios algunos de los gañanes pasaban y repasaban la hoja delos cuchillos, machetes y hachas por el mollejón; otros se hacían por las coyundas; cuáles, arremangándose las perneras, se las ligaban con un cordel a las canillas.
Con ser aquel lunes el primero delmes de marzo y observando la costumbre largos años implantada, los dos hijos mayores sacaron el ganado de los potreros para llevarlo a tomar las aguas tibias y salobres.
Don Soledad y las cuadrillasde peones que a su servicio tenía, se repartieron las tareas. Rafael y otros cuantos ataron las terneras, para quitarles las marañas pelosas de la cola y hacer de ellas los durables cabestros. Esto,cuando no había que poner la marca candente en las ancas de los animales jóvenes; ¡operación difícil, en la que hubo de tenérselas tiesas con el gamonal!
¡Cuántas ocasiones ya la becerra tirada de...
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