El Mundo Alucinante

Esteban Rodríguez
La infancia de siempre en El mundo alucinante


El mundo alucinante es un libro que logra un particular equilibrio entre la incertidumbre absoluta, suspensión temporal, y la rigurosidad exhaustiva, expresada en la fertilidad imaginaria de la forma y, a la vez, en la fidelidad erudita a otro texto.
Se dirá, de manera apresurada, que estos dos matices no podrían convivirorgánicamente en una misma expresión. De hecho, es quizá este aspecto el principal motivo por el cual ciertos lectores, en búsqueda de una forma menos imprevista, no puedan resistirlo. Sin embargo, ¿por qué hablar de organicidad en una obra que, a pesar de su pulimiento formal, le huye a toda categoría y a toda forma? ¿Es posible ubicar este libro en algún patrón genérico estable? No. Ningunacasilla sería satisfactoria para un cuerpo que no es más que metamorfosis: negación (y afirmación) continua de sí, de una identidad huidiza:
Venimos del corojal. No venimos del corojal. Yo y las dos Josefas venimos del corojal. Vengo solo del corojal y ya casi se está haciendo de noche. Aquí se hace de noche antes de que amanezca. En todo Monterrey pasa así: se levanta uno y cuando viene a ver yaestá oscureciendo. Por eso lo mejor es no levantarse. (13)
Desde este párrafo (el primero del libro), se advierte el extrañamiento. Apenas aparece una imagen en la narración, un ligero efecto de verosimilitud, surge en seguida su negación, propiciando así el desasosiego y la incertidumbre. Afirmación y negación luchan: no es posible discernir con claridad entre lo que está aconteciendo y lo queno, entre le que es y lo que no es. ¿Hay necesidad de saberlo? Quizá al principio haya un deseo, una ingenua pretensión de discernir entre lo uno y lo otro, y, de esta manera, asegurar un terreno estable en donde cada cosa tenga su lugar. No obstante, y eso es quizá lo más interesante, en el decurso de la narración, esa pretensión de lugar, la a veces obsesiva necesidad de saberse en algoespecífico, termina por diluirse en la incertidumbre, esa que fuerza al lector a pensar un tiempo y un espacio fuera de sus categorías comunes: un lugar de tregua entre los antagonismos más feroces. De esta manera, en primer término, lo narrado parece a veces suspendido en un limbo que ni retrocede ni avanza, sino que simplemente está siendo en la contradicción, en la paradoja del instante que está fueradel tiempo y también en el tiempo.
No obstante, como segundo punto a tratar, es de vital importancia señalar que este efecto de suspensión, aunque nazca en la innovación formal de Reinaldo Arenas, está anclado obsesivamente en otro texto: la Apología o las Memorias escritas en el siglo XIX por Fray Servando Teresa de Mier, en donde este fraile insumiso narra su vida en el destierro tras habersido expulsado de México por un sermón que era, según la Inquisición, una herejía. A partir de esa ruptura, se ve arrojado entonces al vacío de un mundo ajeno y hostil, en el cual, además de estar preso y condenado a huir por su misma condición disidente, siempre es un extranjero: un exiliado de su tierra y de sí mismo. Teniendo en cuenta este punto de partida, Reinaldo Arenas, valiéndose de unseguimiento milimétrico a las Memorias, reescribe el mismo texto, los mismos motivos, desde una perspectiva que, aunque sea necesariamente distinta, parece constituir un mismo texto junto con el del fraile.
Esta reescritura que lleva a cabo Arenas, no es más que una tentativa por apropiar el testimonio de base con un nuevo tono, o, más bien, con otro de los tonos posibles y en potencia. Según mihipótesis, gracias a la primera parte de El mundo alucinante, donde el tema central es la infancia, es posible hablar de esa nueva perspectiva, pues es quizá el único punto del libro donde no existe un diálogo directo con las Memorias, y Arenas se toma la libertad de recrear los primeros años del fraile. Es ahí, en esas primeras evocaciones ( y con ello vuelvo al primer punto), donde se...