El mundo
Frente a las murallas milenarias de más de seis kilómetros de longitud por su lado terrestre defendidas por apenas siete milhombres entre genoveses, venecianos, soldados del imperio y hombres de armas de la ciudad, cien mil soldados turcos, entre ellos los temibles jenízaros, se hacen dueños del campo exterior a la triplemuralla.
Es difícil imaginarse sobre una llanura un ejército de esa magnitud, acompañado además por un número superior de innumerables sirvientes, reatas de mulas, caballos y bestias de cargas, decenasde miles de carromatos de abastecimiento, y cañones, fundidos por el artillero húngaro Urban para el sultán Mehmed II. Detrás de la muralla, poco queda del esplendor de Bizancio. Décadas de guerrasintestinas, sucesivos terremotos, incendios, la Gran Peste… cincuenta mil almas es todo lo que queda del orgullo del imperio. Riquezas y palacios decrépitos que hablaban de lo que fueron, ruinasenormes, monasterios de iconos ajados, casas sin techumbre, cisternas colmadas de agua pútrida. El día 5 de abril el sultán Mehmed II llega decidido a no marcharse, a proclamarse señor del mundo; aún así,ofrece a la ciudad una oferta de paz, como exige la ley musulmana, oferta de paz rechazada por Constantino XI Paleólogo.
También es difícil imaginar el derrumbamiento de las esperanzas por el últimoemperador Elegido por Dios e Igual a los Apóstoles. Debía saber que tenía una cita con la Historia, que ninguna ayuda podría llegar ya desde Europa; el continente mismo asistiría con terror a lallegada de la marea turca. Pero le queda lo que es, su conciencia de clase. De ser el Último Bizantino. Si se pierde la ciudad, ¿qué mundo llegará que merezca vivir sin Constantinopla? Así que rechaza...
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