el muñeco de don bepo
L
B A R C O
D E
V APOR
Carmen Vázquez-Vigo
£1 muñeco
de don Bepo
Un-,i raciones de Arcadio Lobato
DON BEPO
era ventrílocuo.
Esto quiere decir que sabía
hablar como si su voz saliera
de la boca
de su muñeco Ruperto.
Juntos habían recorrido
los escenarios de todo el
mundo. Trabajaban
vestidos exactamente igual:
chaqueta negra, pantalones
a cuadros, bufandablanca y,
en la cabeza, un bombín.
Don Bepo sentaba en
sus rodillas a Ruperto,
que era casi
tan grande como él.
Y el muñeco decía unas cosas
tan divertidas que la gente se
moría de risa.
EN una ocasión, de
A la niña
tanto reír, a, un señor
se le escapó el peluquín.
se le llenó el vestido de
churretes de crema y
Y a una niña se le
su mamá se lo limpió
olvidó que teníaun
con un pañuelo.
helado en la mano.
Al señor
le pusieron el peluquín
en su sitio
durante el descanso.
Siempre,
al final del espectáculo,
sonaban grandes aplausos.
Don Bepo y Ruperto
saludaban muy finos.
A veces,
hasta les tiraban flores.
UN DÍA
don Bepo se miró al espejo.
La barba
se le había puesto blanca y
en la cabeza no le quedaba
ni un pelo.
—¡Vaya! —exclamó—.Me
he hecho viejo sin darme
cuenta y sin descansar un
solo día.
Y pensó que ya era hora
de tomarse unas vacaciones.
Metió a Ruperto
en la maleta, donde
el muñeco viajaba
siempre, y se
marchó con él a la
casita
que tenía en su pueblo.
LLEGARON al atardecer.
Don Bepo
guardó su traje de trabajo
en un baúl,
suspirando
con un poquito
de pena.
LUEGO, se puso unospantalones anchos, una
camisa
a rayas amarillas y azules y
un gran sombrero de paja.
Y salió a dar una vuelta por la
huerta que rodeaba la casa.
Allí le esperaba
una desagradable sorpresa.
Los gorriones
DON BEPO sacó al muñeco de
habían picoteado
la maleta y le dijo:
—Ruperto,
los tomates y las sandías.
desde ahora
Y se comerían también,
tendrás un nuevo empleo.
Servirásde espantapájaros.
si no hacía algo
para impedirlo, las
Y lo plantó en medio
manzanas que ya
empezaban a pintarse de
de la huerta antes de
rojo.
irse a dormir.
Y los
guisantes
que
ya
abultaban
dentro
de
sus
vainas.
T
EL muñeco estaba furioso.
—¡Hacerme esto a mí!
—se lamentaba—.
¡A un artista famoso como yo!
«Chusco», el perro
de la casa deal lado, se acercó a
olisquearlo.
✓
LADRO alegremente para
demostrarle que quería ser su
amigo.
—¡Fuera, chucho!
—gritó Ruperto de mal genio.
EN seguida se preguntó
LA que hablaba era una
qué olor sería ése que
mujer baja, gordita,
llegaba a sus narices. Era
con falda floreada,
la primera vez que iba al
delantal, zuecos, y una
campo y no estaba
corona dehojas de
enterado de lo que había
alcachofa sobre su pelo
allí.
oscuro.
Una voz amable dijo:
En la mano llevaba
—Repollo.
—¿Qué?
—Digo que ese olor
es de repollo.
Hay muchos plantados en
la huerta.
una lustrosa zanahoria.
—¿Quién eres tú?
—preguntó el muñeco.
—El hada Verdurina.
Ruperto
soltó una risa burlona.
—Yo creía que las
hadas eran rubias y
esbeltas
yque llevaban vestidos
de seda bordada.
—Ésas son las que
viven en castillos y se
tratan con reyes y
princesas.
Yo soy un hada campesina —
contestó ella modestamente.
—¿Y dónde está
tu varita mágica, si
es que la tienes?
Verdurina enarboló
la zanahoria.
—Aquí.
Ruperto, que esa
noche estaba de lo más
antipático, dijo:
—¡Las zanahorias
sirven
para hacer guisos, noencantamientos!
/
—Esta sirve para
muchas más cosas.
—¿De veras?
—preguntó el muñeco,
desconfiado.
—Gracias a su mágico poder,
las fresas
se llenan de zumo,
los árboles
crecen hasta rozar las nubes, y
las calabazas se hacen tan
grandes que podrían
llevar al palacio a Cenicienta
con toda su familia.
UNA idea se encendió,
como una bengala, en la
cabeza de Ruperto.
—¿Y tiene,...
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