El niño que se robo la luna

Haig era un niño muy inteligente, tan sólo tenía 3 años y ya sabía muchas cosas de la vida, como contar del 1 al 20, todos los colores, las formas geométricas y por su puesto, qué ruido hacía cada animal.

Aunque no tenía hermanos o hermanas, Haig tenía unos grandes pequeños amigos con los que siempre jugaba: una familia de caracoles que vivían en el jardín de casa de su abuelita. Ese jardínera enoooorme (al menos así lo veía él); tenía un camino formado por una hilera de cuadrados de cemento, los cuales Haig brincaba de uno en uno hasta llegar al final, en donde se encontraba un gran árbol de limones que muchos años antes su abuelo había sembrado.

la casa de aba limones est les. Eran una e ran árbol d ig: los caraco g á Debajo del migos de Ha acol, mam ar por papá c mejores aada los milia integr racoles. a numerosa f atro hijitos ca u caracol y c ras uchas pied eles y rm ormada po o puentes, tún af casa estab e sí, formand Su ctadas entr s para dormir. cone dos espacio cómo da s ban diseña e sta s piedras e feliz familia d lla ía que aque a proteger a la Parec lmente par l viento y la lluvia. especia s del sol, e caracole

Haig solía ayudar a los caracolesllevándolos en su mano de un lado a otro, ya que eran taaaaan lentos, pero taaan lentos, que para ir de una piedra a otra tardaban toda la mañana. Muchas veces, aunque los caracoles no quisieran moverse de donde estaban, Haig les hacía el favor de llevarlos hasta otra piedra o bien a algún lugar lejos en el jardín. Claro que los caracoles se molestaban al principio, pero luego de un rato encontraban algúnrecoveco donde podían seguir durmiendo.

Un día, mientras Haig jugaba con ellos en el jardín, llegó su abuelita con una sorpresa: un gran globo rojo inflado con gas.

Esa mañana, Haig se olvidó por completo de los caracoles y pasó todo el tie mpo jugando con su globo rojo dentro de la casa de su abuelita. Esa casa tenía un techo tan alto, Haig ni siquiera podía alcanza pero tan alto, que rlolevantándose con las puntitas de los pies. Estaba tan emocionado con el globo, que se olvidó que había puesto a toda la famili a caracol en la orilla de un bebedero que él mismo les había construido, cavando un agujero en la tierra y llená ndolo con agua de la manguera, a casi tres enorm es pasos de donde tenían su casa los caracoles.

Sonaron cinco campanadas del viejo reloj de la abuela, loque significaba que eran las cinco de la tarde, la hora en que la mamá de Haig solía recogerlo. Al llegar su mamá, Haig le contó todas las cosas maravillosas que habían ocurrido esa mañana, y le mostró el magnífico regalo de su abuelita. Su mamá tomó el listón que sostenía al globo y lo amarró en la muñeca de Haig, se subieron al auto y se dirigieron a su casa.

Al día siguiente, la m am Haig lollevó nuevam á de ente a casa de su abuela en el siempre acompañad auto, o por su globo rojo.

Cuando llegaron, Haig corrió directamente al jardín a enseñarles el globo a los caracoles, pero cuando llegó al bebedero donde los había dejado el día anterior, notó que que faltaba uno de ellos. . Los contó nuevamente, esta vez en voz alta, y al llegar al numeró 5 se dio cuenta que ya no quedabancaracoles por contar. Recorrió los tres largos pasos que separaban al bebedero de la casa de los caracoles y comenzó a buscarlo adentro, a un lado, al otro, arriba y abajo, pero ahí no estaba el caracol.

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Entonces se acercó al árbol de limones para buscar en el tronco; algunas veces los caracoles subían por ahí para .buscar comida, pero tampoco lo encontró. Decidió regresar al bebedero y estavez acomodó los caracoles por tamaño para saber cuál de ellos era el que faltaba. En una fila los fue poniendo uno a uno. Papá caracol era el más grande, mamá caracol le seguía en tamaño, y por último iba colocando a los hijitos de acuerdo a su tamaño.

a Al terminar la fila se dio cuenta de que el que faltab era el más chiquitito de todos. Su sorpresa fue tan grande, que salió corriendo...