El Oficio De Historiar
debe dar testimonio de la natural y riquísima variedad de lo
individual humano y, de ese modo, romper una lanza
por la causa de la libertad.
Edmundo O’Gorman
Una larga y fecunda vida tuvo Edmundo O’Gorman.
Larga en experiencias y en vivencias como individuo y
como historiador. Fecunda por cuanto a su creatividad
e inventivaque le permitieron pasearse por la vida y la
historia con desparpajo y seguridad.
Por sobre todo, O’Gorman fue un apasionado de su
oficio, el de historiar en sus dos facetas: la del investigador
de temas, procesos y personajes que busca las fuentes,
los recovecos y vestigios del pasado, y la del descubridor
que inventa restos y rastros y constru ye historias
maravillosas para ser contadas,para ser recordadas.
La otra faceta de ese oficio fue, sin duda, la del maest
ro , que me sirve de punto de partida para recordarlo
ahora, cuando se cumplen cien años de su nacimiento.
Re c u e rdo, allá por 1958, en la todavía nuevecita Ciudad
Universitaria, su entrada triunfal a los salones del
segundo piso de la Facultad de Filosofía y Letras, y digo
triunfal porque ésa es la expresiónjusta de la impresión
que hacía en sus novatos alumnos. Parecía un lord inglés,
con impecable pantalón de franela y saco maravilloso de
tweed.Todo, y siempre, en armonía con una colección
de corbatas arrebatadoras, que contribuían a quitarnos el
aliento junto a su presencia, su porte y su forma de acceder
a la tribuna para enfrentar a una horda de estudiantes
tan azorados que no se atrevíanni a parpadear.
Tras las gafas sobresalía una mirada firme, directa,
de ojos claros que delataban su origen británico y que
contrastaban de manera irresistible con el pelo cano, casi
6 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
El oficio de historiar
Eugenia Meyer
plateado, que alguna vez debió ser castaño. Esta especie
de actor de cine hacía su irrupción en la escena abastec ido
tan sólo deunas pequeñas hojas dobladas bajo el brazo,
escritas con una pluma fuente, que le servían poco como
apuntes o notas para escenificar la gran re p resentación.
Sin más preámbulos o introducciones, empezaba la
exploración de las aguas profundas del conocimiento y de
la imaginación. O’Gorman era un provocador nato. Nos
obligaba a pensar, sin recato alguno, a temer al ridículo
y, sobre todo, apenetrar en el mundo fascinante, siempre
ignoto, de la historia.
Se trataba de ir más allá de fechas, datos, personajes,
anécdotas y de adentrarnos en los qué, los por qué, los
cómo y los cuándo. Desde la primera lección estableció
el significado de ciertas palabras y conceptos: pasión,
entrega irracional, incondicional, para establecer así un
pacto con el pasado y buscar una visióndiferente de la
historia y sus protagonistas, bajo la premisa, que siempre
defendió, de que a la historia y a los héroes no se les regaña.
O’Gorman expresó su vocación por la enseñanza y
adoptó un compromiso total con la Universidad Nacional
Autónoma de México que lo cobijaría por tantos
años.
Cierto es que no realizó sus estudios de abogado en
la máxima Casa de Estudios de México, sino en laEscuela
Libre de Derecho, que le otorgó el título de licenciado
en Derecho en 1928. No sería sino veinte años más
tarde, hastiado de la práctica jurídica, cuando luego del
feliz encuentro con José Gaos y de descubrir en Martin
Heidegger una razón de pensamiento, obtuvo la maestría
en filosofía con especialidad en historia, y tres años
más tarde el doctorado en esa disciplina.
Por entonces seincorporó a la vida universitaria y
procedió a formar parte del inventario de notables. Fue
en las aulas, los seminarios, los archivos y el debatir cotidiano
donde se encontró verdaderamente a sus anchas,
desarrolló una capacidad creadora inigualable y redondeó
un legado singular por cuanto a la manera de pensar y
c o n s t ruir sus muy part i c u l a res historias, que mezc l a b a n...
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