El Ojo Que Llora
Mario Vargas Llosa
"Si usted pasa por Lima, trate de ver El Ojo que Llora, en una de las esquinas del Campo de Marte, en el distrito de Jesús María. Es uno de los monumentos más bellos que luce la ciudad y, además, hay en él algo que perturba y conmueve. Pero, apresúrese. Porque no es imposible —Perú es el país de todos los posibles— que una singular conjura de la ignorancia,la estupidez y el fanatismo político acabe con él.
Consiste en una piedra instalada en el centro de un estanque, rodeado de un laberinto de círculos de cantos rodados y senderos de grava de mármol morado que abarca un vasto espacio de árboles donde cotorrean bandadas de loros y trinan los pájaros.
La imponente piedra de granito negro, tiene un ojo insertado —otra piedra, recogida en losarenales de Paracas— que lagrimea sin cesar y, según la perspectiva desde la que se le mire, sugiere los contornos de tres animales míticos de las antiguas civilizaciones peruanas: el pico del cóndor, la boca de un crótalo y la silueta de un puma.
Lika Mutal, la autora de esta escultura, una holandesa avecindada en el Perú hace 39 años, encontró esta piedra en un cerro del norte, cerca de uncementerio prehispánico saqueado por los depredadores de tumbas. Con grandes cuidados la trajo a su taller de Barranco y convivió allí con ella varios años, convencida de que algo, alguien, en algún momento, le indicaría qué partido sacarle. La experiencia decisiva ocurrió en el año 2003, cuando la escultora visitó una de las más extraordinarias exposiciones que se hayan presentado en Perú: Yuyanapaq,una muestra de fotografías que documentaba con tanto rigor como excelencia los años de la violencia política desencadenada a partir de la guerra revolucionaria y terrorista de Sendero Luminoso, que, en una década, según las conclusiones de la Comisión de la Verdad, provocó la muerte y la desaparición de cerca de 70 mil peruanos, la inmensa mayoría de ellos pertenecientes a los estratos más pobres ymarginados de la sociedad.
Ese mismo día, con el pecho todavía encogido por la pesadilla infernal de aquellas imágenes de indecible crueldad y sufrimiento de Yayanapaq, Lika Mutal concibió el conjunto escultórico de El Ojo que Llora. La Madre Tierra —la Pachamama— diosa ancestral de todas las antiguas culturas americanas, llorando por la violencia que han provocado y padecido sus hijos a lolargo de la historia. En el laberinto de cantos rodados —cerca de 40 mil— se inscribirían los nombres de todas las víctimas de la violencia, de modo que el monumento sería también un símbolo de reconciliación y de paz.
Las creaciones artísticas inspiradas en buenas intenciones sociales, religiosas, morales o de cualquier orden ajeno al propiamente estético, suelen ser esos bodrios convencionales ycursis que generalmente afean los recintos oficiales. Pero El Ojo que Llora no es nada de eso. Sus propósitos altruistas no le restan originalidad, elegancia, vigor, y las formas elegidas así como la combinación de piedras que lo componen en los que las limaduras, cortes o añadidos efectuados por la artista son mínimos, crean una atmósfera impregnada de recogimiento y alarma, una tensa serenidad.Es imposible no sentir una enorme tristeza ante los miles de nombres escritos por voluntarios en aquellos cantos rodados, entre los que figuran muchas criaturas de pocos meses o pocos años, e innumerables inocentes a los que el terror sacrificó sin el menor escrúpulo en aquellos años de odio y locura ideológica.
¿Era realista la idea de inscribir en los cantos rodados del monumento los nombresde todas las víctimas de la violencia, es decir, juntar y mezclar a quienes cayeron bajo las bombas, balas, cuchillos y pedradas senderistas con los asesinados o desaparecidos por las fuerzas del orden? En un principio pareció que sí, pues cuando se inauguró El Ojo que Llora el 28 de agosto de 2005, como etapa inicial de una Alameda de la Memoria, que constaría de un museo donde se exhibirían...
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