El olvido
Para no hundirnos en las profundidades y en las tinieblas de la desmemoria retomemos el concepto. Ya nadie recuerda, por ejemplo a los lotófagos, aquel pueblo que vivía en unaisla a la que van a parar Ulises y sus amigos y cuyo principal atractivo era comer el fruto del loto y entrar así en el mar del olvido. Y cómo recordarlos si su mayor potencia era la de hacerdesaparecer los recuerdos. ¡Lo que le costó al bueno de Ulises convencer a sus amigos de volver a Itaka!. Pero es que el olvido tiene un costado tranquilizador, es un opiáceo que nos sumerge en la tranquilidadde no recordar nada, ni lo bueno ni lo malo. Un estado neutro que ni siquiera activa la nostalgia de una antigua liberación de endorfinas.
El olvido no es omnipotente. Tiene una debilidad en supropio origen, en su propia significación. Una debilidad que, para nosotros, sujetos de ese cruel destino, es nuestra única arma contra la desolación eterna que nos acecha. Simplemente debemos aplicar laquerida recursividad y un nuevo mundo aparece. Es decir, acordarnos de aquella vieja canción española, que aquí popularizaron Los Abuelos de la Nada y cantar su estribillo: “se me olvidó que teolvideeeeé, a mi se olvidooooó (…)”. El olvido del olvido genera la memoria y con ella comienza a ganarse la batalla contra la amnesia irreversible que nos propone el tiempo. Pero ojo, porque hay que saberdetenerse en el momento justo. De otro modo uno podría caer en las garras del olvido que olvida que olvida y por lo tanto volver, ahora sí con la frente marchita, a no poder recordar nada.
La...
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