El Peligro De La Lengua (Sant 3, 1-10)

El peligro de la lengua (Sant 3, 1-10)
P. José Amable Durán Tineo

La Carta del Apóstol Santiago, a juicio de Alonso Schökel, es una epístola universal puesto que no va dirigida a una comunidad concreta, sino a toda la Iglesia, por eso está situada dentro del bloque de cartas católicas, porque son universales. Por otra parte, este libro no desarrolla una doctrina específica al estilo paulino(la gracia, la justificación, la resurrección, el bautismo), más bien se centra en la vivencia diaria, tomando como base unos consejos prácticos con cierto sabor sapiencial.

En el capítulo anterior (Sant 2, 14-16), veíamos cómo el Apósto nos alertaba respecto al peligro de una fe sin obras, poniendo como paradigma un ejemplo claro de caridad, un pecado de omisión ciertamente grave, puesto queatenta contra la dignidad de la persona que tiene derecho al pan, y al vestido. Ahora bien, estos dos versos corremos el riesgo de interpretar que para el apóstol sólo son obras aquellas que son más evidentes, más expresivas si se quiere; pero resulta que es todo el actuar humano el que ha de estar permeado por la fe. Es todo el accionar del cristiano el que ha ser expresión de una fe que actúamovida por la caridad, de modo inseparable. De ahí que el cristiano no sólo peque por omisión, sino también por comisión.

En esta ocasión le toca el turno a la lengua. Vamos por parte, partamos de dos proverbios que bien pueden resumir el contenido de esta breve reflexión.

Proverbio 10, 19 “Donde abundan las palabras no falta el pecado” o como dice el adagio popular: “quien mucho habla muchoyerra”.

Proverbio 13, 3 “Quién guarda su boca, custodia su vida; quien suelta los labios marcha a la ruina.” Podríamos comparar esta sentencia con otra expresión de los sabios griegos y que un dominicano admirado por sus expresiones, el Dr Joaquín Balaguer, solía decir en ciertos momentos cruciales de la vida pública: “el hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice.”

No porcasualidad, al iniciar este capítulo el Apóstol comienza llamando la atención sobre la misión de enseñar: “no quieran muchos ser maestros ya saben que los que enseñamos seremos juzgados más severamente.” Digo que no es casualidad porque el maestro, es ante todo, el hombre de la palabra. Pero una de las propiedades de la palabra es que tiene la capacidad de transformar, de crear lo nuevo, por eso laeducación, dicen los psicólogos, que es un elemento determinante en la conformación de la personalidad del individuo conjuntamente con la herencia y el ambiente. El maestro es un formador de personas, un formador de conciencia. Más aún, los maestros corremos el riesgo, de decir y no hacer, de manipular la verdad, en el caso nuestro como sacerdotes y maestros cristianos, de tergiversar la palabra deDios a favor de intereses mezquinos, de situarnos como la regla de la verdad, de poner mi ideíta por encima de la PALABRA. Gracias a Dios que el que tiene la sabiduría, que es un don del Espíritu, sabe cuando el predicador es portador de un contenido sólido y cuando está hablando tontería, porque Dios suele revelarse a los sencillos de corazón. El sacerdote es un formador de la comunidadcristiana, es un maestro de la palabra. De ahí que el sacerdote en cuanto maestro tiene una misión, una responsabilidad demasiado grande, pues de ella tendrá que dar cuenta, al Señor. De ahí que diga el Apóstol que los maestros: “seremos juzgados más severamente.”

“Todos fallamos muchas veces: el que no falla con la lengua es un hombre perfecto.” Aunque en este aspecto los maestros son los primerosresponsables, no sólo ellos han de tener cuidado, todos tenemos una lengua, todos hablamos, todos pecamos. Cuántas veces salen de nuestros labios palabras burlesca, sarcásticas hacia el compañero, cuántas veces nos hacemos eco de verdaderos chismes, más aún de calumnias, cuántas veces ponemos una bola a rodar, disque para informarnos o clarificar ciertas dudas, pero resulta que esos comentarios...