el pensamiento del afuera notas

Intentaremos priorizar dos lecturas sobre el pensamiento del afuera. Primero, la nuestra, un tanto más cercana a los escritos de Foucault sobre la relación entre el lenguaje y la literatura; luego, la de Deleuze, tanto más aquí de lo expuesto en Las palabras y las cosas. Hacia el final, arriesgaremos ejes de lectura sobre la propuesta literaria de un autor del pulp de terror de los años veinte.El modo de ser del discurso no encuentra su pleno imperio más que en la falta de cualquier otra forma de lenguaje: su potencia refiere al carácter que dota de existencia al discurso que le sirve de soporte. Sin embargo el objeto, aquí, en el afuera, ya no sirve a fines trascendentes: el discurso-soporte no preexiste al momento de la articulación del ‘hablo’, y tampoco le subsiste cuanto sedisipa, en todo su esplendor, al momento de callar. Parecería, entonces, que “toda posibilidad de lenguaje queda desechada por la transitividad en la que se cumple” : a su alrededor, un océano de vacío. A pesar de todo, “¿En qué extrema finura, en que punta singular y tenue podría recogerse un lenguaje que quisiera reanudarse en la forma desnuda del “hablo”?” Si el lenguaje no dispone de otratrinchera más que el estrecho reino que el “hablo” depara para él, no existe fuerza alguna que pueda limitarlo; por lo contrario, despojado entonces, en su estrechez, de aquel que detenta el discurso, de aquel que se afirma y que juzga en él, de los modelos comunicativos que lo rigen, lo limitan, y de las estructuras representativas que lo asisten, el modo de ser del lenguaje aparece reanudándose en suser bruto, como mar desplegado, expandiéndose indefinidamente hacia ningún lugar.
Parafraseando a Blanchot, en el afuera el señorío de la verdad enflaquece y se disipa. En el afuera el espacio común desaparece, en tanto los márgenes valorativos a partir de los cuales lo verdadero y lo falso se articulan (y que sólo pueden existir en relación a una estructura axiológica que los comprehenda y loscontemple) pierden su carácter autárquico y soberano, y de las incisiones que la fuerza del afuera realiza sobre aquellas dimensiones pétreas brota un saber corrosivo, que hiere el pensamiento de la mismidad, y lo ahoga. El afuera florece en las grietas del intervalo. Pensar el afuera es borrarse, es castigar el orden de privilegio al cual el lenguaje nos tiene acostumbrados puesto que la figuradel yo, como estandarte insigne de la subjetividad, como garante primero de la identidad, retrocede malherida. Se abre, en el afuera, una topología de lo neutro, un no-lugar donde la filiación entre lo dialéctico, entre lo opositivo, pierde carácter de relación, donde la palabra lamenta a gritos desarticulados su propia falta, donde “se anudan extrañas relaciones, se producen intrusiones, bruscasinvasiones, caídas de imágenes en medio de las palabras, relámpagos verbales” que surcan la voz representativa, que ahora se enmaraña y se sofoca.
El pensamiento del afuera es un pensamiento que parecería, a primerísima vista, instaurado en la otredad, en lo no-propio, en la medida en que niega rotundamente los principios de propiedad: tanto el umbral de la autoría, como las categoríasgramaticales apropiables por el sujeto que le permiten presentarse como ego positivamente definido, se neutralizan. Acaso el Nombre, el pensamiento del afuera es un pensamiento que no se funda en sí mismo, como positividad alterna, ni tampoco en su carácter de otredad; es decir, la posibilidad de experiencia, la posibilidad de apertura del (y al) pensamiento del afuera, se justifica a condición de laneutralización de su propia afirmación de sí, de su negación de mismidad y también en la negación de su contrario. Sin perder el tiempo: su otredad es otredad, por tanto, no puede ser lo otro.
El espacio desnudo es verdugo del sujeto. Aquel sujeto coherente, unitario, que hace de los pliegues gramaticales el bastión de su subjetividad, y que se afirma, en su de-suyo, a través de la relación circular...