El perfume
Paralelamente a la liberalización del mercado y el establecimiento de un capitalismocomercial y financiero, se afirmaba a nivel nacional el poder de la burguesía, pilar del nuevo orden. Esperando poder un día derrocar a la nobleza, los burgueses anhelaban momentáneamente usufructuar de las mismas prerrogativas que su rival. Mientras tanto, conquistaban su espacio en la sociedad al reforzar su imagen a través de la adquisición, entre otros, de productos de lujo. Al igual que lasespecias[5], que integraban la línea de los productos exquisitos, los perfumes gozaban de un alto prestigio. Fiel a la tradición según la cual la moda venía de la esfera real, Louis XV impuso a la gente de su entorno la obligación de cambiar de fragancia cada día, lo que le valió a la Corte el calificativo de “Corte perfumada”. Los maestros de la perfumería, llamados “guanteros-perfumistas” queoperaban en el marco de las corporaciones, se alegraban de proveer guantes perfumados, cremas, sales, bálsamos, velas y popurrís que aromatizaban la atmósfera, a la Corte real, la aristocracia, los ricos y nuevos ricos, y de poder responder a la demanda creciente. Por otro lado, la generalización del uso de los aromas y la consecuente masificación de su producción empujaban y debilitaban siempre más lasbarreras proteccionistas de las corporaciones constantemente asediadas por los partidarios de la libre empresa. Difícilmente la manufactura de la perfumería podía escapar a la nueva ola de liberación del comercio y de las normas de fabricación. Con la apertura progresiva de la profesión hacia todos, el misterioso y mágico oficio de la perfumería, practicado hasta entonces en el recinto casiimpenetrable de los gremios, empezaba a sufrir un proceso de desacralización y de vulgarización.
Es en este universo que nos sumerge la novela “El perfume. Historia de un asesino”, que se nos presenta como una caja de Pandora. Cada página que abrimos nos destapa un espacio que expele, sin cesar, hedores y fragancias. No son olores volátiles, que desvanecen después de habernos, unas veces,...
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