EL PERIQUILLO SARNIENTO (RESUMEN)

EL PERIQUILLO SARNIENTO

Cuando estaba postrado en una cama, entre médicos y enfermedades, esperando con resignación el día de su muerte, les dijo a sus hijos que había pensado en dejarles escritos los sucesos de su vida, dijo: voy a contárselas sin ocultar nada.
Nací en México, por los años de 1771 a 1773. Me bautizaron, y me pusieron por nombre Pedro y por apellido, como se acostumbra, elde mi padre, Sarmiento.
Llegado el día, aunque yo hice un montón de berrinches, mi padre no cambio de decisión aunque no me gustara, me mandó a la escuela. El maestro era buena gente; pero no sabía dar clases.
En esos días yo vestía un saco color verde y un pantalón amarillo. Con esos colores y el que el maestro me llamara pedrillo, hizo que mis amigos me apodaran periquillo. Pero como ya habíaotro perico, entonces una vez me dio sarna, y jugando con mi apellido me completaron el apodo y quede convertido en el Periquillo Sarniento.
Mi maestro decidió cerrar la escuela, y cada quien a su casa, todos contamos lo que había pasado. Mi padre tuvo que buscarme otro maestro.
Después de cinco días me llevo a su escuela y me dejo bajo su espantosa tiranía. Mi nuevo maestro era alto, mediocanoso y bilioso. Estaba convencido de que la letra con sangre entra, y raro era el día que no nos azotara.
¡Qué no hizo mi madre, movida por mis quejas para convencer a mi padre que me cambiara de escuela!
Hasta que un día fue a la casa, de visita, un religioso que ya sabía cómo se las gastaba el maestro, cuando conto tales cosas mi padre termino por convencerse y decidió ponerme en otraescuela.
Era muy amplia y limpia, llena de luz y bien ventilada. Estuve dos años allí, al cabo de los cuales medio sabía leer, escribir y contar.
Cuando termine la escuela, mis padres me dejaron descansar unos días, y luego comenzaron a ver qué sería de mi vida.
Dos o tres días después, mis padres decidieron mandarme a la hacienda de un amigo suyo, para que me divirtiera en unos herraderos que ibana hacer.
Llegue a la hacienda en compañía de don Martín, el amigo de mi padre, que era el dueño. Su esposa me dijo: el colegial tiene talento, pero estaría mejor si no fuera tan travieso, como nos dijo Januario.
Januario era un sobrino de la señora que tenia dieciocho o diecinueve años, éramos amigos desde la primera escuela en que estuve. Era alto y fornido y le decíamos Juan Largo.
En esoescuche ruido de caballos en el patio y antes de preguntar quién era, se fue presentando en medio de la sala Juan Largo.
Se dirigió a mí con los brazos abiertos y me halago las orejas de esta suerte: ¡Mi querido Periquillo Sarniento! ¿Cómo te va, hermano? Aquel maldito había descubierto, en un instante, ante todos aquellos señores y señoras, mi sarna y mi periquería.
Januario se fingía el mejor demis amigos, pero no se saciaba de hacerme un mal. Una tarde de domingo me metió en la cabeza que bajara con él a torear a unos becerros; que estaban muy chicos; que él me enseñaba; que era muy divertido; que el tener miedo era para mujeres.
Al principio fui citando al becerro a unos tres o cuatro metros y con esa ventaja me escapaba fácilmente de su enojo. Pero les fui perdiendo el miedo: me fuiacercando más y más, y en una de esas, me alcanzo el becerro y levantándome en el aire, me hizo caer en tierra como un zapote.
Como el miedo es ligerísimo, me levanté en seguida, sin darme cuenta que el golpe me había reventado los botones y las cintas del pantalón, de manera que se me cayeron hasta los tobillos y quedé como con grilletes, sin poder caminar y en la más vergonzosa figura.Aprovechando que yo no podía correr, el novillo repitió su golpe, de tal manera que sentí que me había quebrado las costillas con una de las torres de la catedral. Al dar en el suelo tan furioso costalazo, no volví a saber cosa alguna de esta vida. Volví en mi al cabo de media hora, pues quiso dios que no pasara de un desmayo.
El malvado de Januario se había dado cuenta que yo veía a su prima con...