el prestigio de la belleza

Páginas: 35 (8553 palabras) Publicado: 22 de enero de 2014
Aquella El prestigio de la belleza

La niña de las fotos es realidad fea. Debajo de la enorme capara se ve una carita grumosa, de enormes cachetes y diminutos ojos de zarigüeyas, vivos y sonrientes. La huella mínima, pero inocultable, del dedo torpe del dios sopló sobre el barro aún fresco para darle vida.
Esa niña soy yo y este relato es, entre otras cosas, el de mis tratos con la belleza.Y, como todo relato verdadero, es también, hasta cierto punto, un ajuste de cuentas con los demás, pero sobre todo conmigo misma. Una lona es cuyas esquinas no hay segundos. Un laboratorio donde remiendo mi propio frenkenstein.
No sé si la mancha sobre el labio es rosa pálido, o violeta o marrón, en parte porque la fotografía es en blanco o negro, uno de esos (retretes) antiguos de borde blanco yondulado y en parte porque ya no tengo el estigma: por alguna razón misteriosa a los tres o cuatro años se diluyó, o lo aspiré en un acto desesperado que me libró de él para siempre.
Todo comenzó para mí, como para cualquier mortal en el reino el reino del agua; la vieja historia de un sereno flotar que un día cualquiera cesa y se convierte primero en inquietantes chapoteo en el vació y luego nla sensación de que una boca monstruosa te absorbe y te saca de la placidas tinieblas . Hasta aquí ninguna novedad. En mi caso, sin embargo, la ultima parte ese primer capítulo no culmino de la forma sintética, fluida y eficaz que siempre se espera. Cuando mi cabeza comenzó a penetrar el túnel que conducía a la salida, me encontré con un obstáculo, el primero de los muchos que iba a tener a lolargo de la vida. Mi persistencia de topo se estrellaba reiteradamente contra un mundo cerrado, un colchón de fulgores violáceos que empezó a provocar estallidos en mi cerebro. Los oídos, que apenas se habían captado hasta entonces pálido rumores, empezaron a zumbar, como si en cada uno de ellos habitara un abejorro gigante. Todo me daba vuelta. Dentro de mi cuerpo sentía un tum tum de tambores. Enmi frente empezó a crecer un resplandor color sangre y en mi boca aparecía un sabor amargo. Aquel mar, antes acogedor, comenzó ahogarme. Yo luchaba como un gladiador diminuto entre la fauces de una fiera. Entonces, en el momento mismo en que mi esfuerzo amenazaba con desfallecer, me convertí en un silbo, en una partícula luminosa que bajaba en espiral desde la eternidad, que es, un mar siorillas. Un siglo después salí por un agujero sangrante. El tiempo apareció, me hizo saber que ya no era un renacuajo perpetuo y me instó a usar mis pulmones. Entonces di un alarido pavoroso, que era a la vez de liberación y de miedo.
Mi madre se asusto al verme. Yo era la progenitora y ella había esperando un niño rosado, de ojos almibarados como los suyos y una cabeza perfecta, redonda y calva (lacabeza fue siempre fundamental en su juicio sobre la mayor o menor perfección del prójimo: la proporción, la forma y el vigor capilar eran definitivos.)
Lo que expulso, en cambio, después de veinticuatro amargas horas de dolores y pujos, fue un ser repulsivo, de cabeza oblonga, que venía envuelto, casi como presagio atroz en una sustancia llamada meconio, que no es otra cosa—según definición deldiccionario-que un excremento negruzco formado por mocos, bilis restos epiteliales.
Mi madre me dio unos días de plazo desamoratarme, desarrugarme, y entonces si develar mi verdadero ser, acorde a su noción de belleza. Imposible que la genética le hubiera jugado esa broma cruel, ignorando las peñas cerradas, la barbilla perfecta y la piel lechosa de ella misma y de mis innumerables tías y primas.Tendrían paciencia, pensó, mientras que sae recuperaba de los maltratos de la naturaleza, que había hecho que yo desgarrara su vagina, causándole una hemorragia que obligo a mi abuela y a un par de asistentes a extender al sol sabanas y trapos durante casi dos semanas.
Aquel plazo silencioso que ella me había dado empezó a tardar tanto que antes del año ya había perdido las esperanzas. Su...
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