el principe de maquiavelo

Páginas: 112 (27828 palabras) Publicado: 24 de julio de 2013
Pero, volviendo a los hombres que por su propio valor, y no por ministerio de la fortuna, llegaron a ser príncipes, como Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo y otros digo que son los más dignos de imitación. Aunque sobre Moisés no debamos discurrir, puesto que no fue más que mero ejecutor de las cosas que Dios le había ordenado hacer, merece, no obstante, ser admirado, siquiera fuese por aquella graciaque le encumbró a hablar faz a faz con el Eterno. Pero, considerando a Ciro y a los demás que adquirieron o fundaron reinos, les hallamos también merecedores de admiración. Y si se consideran sus hechos e instituciones de un modo especial, no parecerán diferentes de los hechos e instituciones de Moisés, por más que éste tuviese a Dios por señor. Examinando sus actos y su conducta no se encuentraque debiesen a la fortuna sino una ocasión propicia, que les permitió introducir en sus nuevos Estados la forma que les convenía. Sin la ocasión se hubiera extinguido el valor de su ánimo; pero sin éste se hubiera presentado en balde aquélla. Le era necesario a Moisés hallar al pueblo de Israel oprimido en Egipto, para que se dispusiese a seguirle, movido por el afán de salir de su esclavitud. Eramenester que Ciro, para erigirse en soberano de los persas, les hallase descontentos con el dominio de los medos, y a éstos afeminados por una larga paz. Teseo no hubiera podido desplegar su valor si no hubiese encontrado dispersados a los atenienses. Convenía que Rómulo, después de su nacimiento, se quedara en Alba, y que fuese expuesto, para que se hiciera rey de Roma y fundador de un Estado, deque formó la patria suya. No hay duda sino que tales ocasiones constituyeron la fortuna de semejantes héroes. Pero su excelente sabiduría les dio a conocer la importancia de dichas ocasiones, y de ello provinieron la prosperidad y la cultura de sus Estados ~
Los que llegan a ser príncipes por esos medios no adquieren su soberanía sin trabajo, pero la conservan fácilmente, y las dificultades conque tropiezan al conseguirla provienen en gran parte de las nuevas leyes y de las nuevas instituciones que se ven obligados a introducir, para fundamentar su Estado y para proveer a su seguridad. Nótese bien que no hay cosa más ardua de manejar, ni que se lleve a cabo con más peligro, ni cuyo acierto sea más dudoso que el obrar como jefe, para dictar estatutos nuevos, pues tiene por enemigosactivísimos a cuantos sacaron provecho de los estatutos antiguos, y aun los que puedan sacarlo de los recién establecidos, suelen defenderlos con tibieza suma, tibieza que dimana en gran parte de la escasa confianza que los hombres ponen en las innovaciones, por buenas que parezcan, hasta que no hayan pasado por el tamiz de una experiencia sólida. De donde resulta que los que son adversarios de talesinnovaciones lo son por haberse aprovechado de las antiguas leyes, y hallan ocasión de rebelarse contra aquellas innovaciones por espíritu de partido, mientras que los otros sólo las defienden con timidez cautelosa, lo que pone en peligro al príncipe. Y es que cuando quiere uno discurrir adecuadamente sobre este asunto se ve forzado a examinar si los tibios tienen suficiente consistencia por símismos, o si dependen de los otros; es decir, si para dirigir su operación, necesitan rogar o si pueden obligar. En el primer caso no aciertan nunca, ni conducen cosa alguna a buen fin, al paso que, si pueden obligar, rara vez dejan de conseguir su objeto. Por esto todos los profetas armados han sido vencedores, y los desarmados abatidos.
Conviene notar, además, que el natural de los pueblos esvariable. Fácil es hacerles creer una cosa, pero difícil hacerles persistir en su creencia. Por cuyo motivo es menester componerse de modo que, cuando hayan cesado de creer, sea posible constreñirlos a creer todavía. Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo, no hubieran conseguido que se observasen mucho tiempo sus respectivas constituciones, si hubiesen estado desarmados, como le sucedió al fraile Jerónimo...
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