El Psicoanalista Y Los Lugares De La Vejez.
Graciela Mónica Macotinsky Agosto de 2008
Hace unos años 10 años comencé a atender en una institución a un Sr de 83 años, Pedro, él decía: “tengo ideas feas porque ya no sirvo para nada“. Al preguntarle dijo: “tirarme debajo del tren o de un auto”. “Antes podía subir a la terrazapintar toda mi casa, hacer gimnasia, traer todas las compras”. Se quejaba de los dolores en las piernas y las cervicales. Escuché de él sus penas por la viudez, los silencios de la perdida, los enojos con su hija, su nieta y sus biznietos, enojos que respondían a lo que el llamaba “la mala educación”. Su segundo matrimonio fue bien avenido con una señora muy ligada a la familia. Me enseñó como ibaprocesando los cambios de su vida, recorriendo sus posibilidades e imposibilidades. Narraba las diferencias culturales y sociales, me relataba su vida y el contexto epocal, expresaba imágenes de otros tiempos como la voz del locutor en off, evocaba los votos de los conservadores, el entubamiento del Arroyo Maldonado, las inundaciones, los gansos, el pan y la leche que se vendían por la calle, elpasaje de los carros con caballos al camioncito. Después de algunos años dijo “Ahora yo ya estoy bien, los hijos quieren que la vea a Juana”. Su esposa, diez años menor, había comenzado a estar inquieta, intolerante. El tenía trastornos vasculares, había comenzado con incontinencia, la hija de Pedro demandaba constantemente dinero y encubiertamente o a veces sin sutilezas le decía a Juana cual erael porcentaje que le correspondía de la casa donde ambos viejos vivían. A ella la conocí previamente por haber realizado en diferentes tiempos de la terapia con Pedro entrevistas conjuntas, de hecho, también vi. a las hijas de ambos en distintas oportunidades. Le ofrecí otros profesionales, verlos en sesiones vinculares, no hubo caso. Mi conciencia psicoanalítica, digamos superyo teórico me hizotrastabillar. ¿Transgredia si aceptaba? En ese momento el equipo me auxilió. “Son endogámicos, si no la atendés pierde la oportunidad de tener este espacio”. Y así comencé a ser psicoterapeuta de Juana. Durante dos años concurrió semanalmente, Me habló de sus tías, su hermanito menor a quien ella crió, sus sensaciones de indefensión el inicio del deterioro cognitivo de Pedro, los malos tratos dela hija de éste le reeditaban la perdida de la mamá a los 10 años de edad de Juana. Hablamos de cuanto apuntalamiento podía tener con sus nietos y sus hijas. Reanudó la relación con una vieja amiga, retomó una actividad manual placentera, trayéndome mas de una de sus producciones “Hice una para cada hija y las nietas y también para Ud.” Mas organizada, con un sentimiento de continuidad pasamos auna frecuencia quincenal hasta que quedamos que me iría llamando según sintiera. Trabajamos su aceptación de tener una cuidadora para Pedro en casa, dejar que ella lo asistiera en la higiene, cambiar las sabanas y otras tareas pesadas. Cuando Pedro ya había cumplido 90 años un sábado a la tarde me llama para decirme que él había fallecido, en la casa rodeado de todos sus familiares, las hijas ,yernos, nietos y biznietos. Estaba atento a cada uno preocupado por quien había visto y a quien no, “Y Pablo, no lo vi , donde está?” Después que Pablo llegó, era el último que faltaba, “Pedro se fue en paz”, asi Juana finaliza su relato.
Durante los primeros meses retomó las sesiones semanales, luego viajó a otra provincia donde vivía una de sus hijas. Nuevamente establecida en Buenos Aires,sigue teniendo sus sesiones según lo demanda. La ultima vez me llamo una de sus hijas, preocupada porque la hija de Pedro reclamaba la parte que le correspondía de la casa, un cambio de opinión entre las hermanas implicaba si volvían a llevar a la mamá al interior o dejaban que estuviera presente en la mudanza. Le dije que le preguntaran a Juana que le parecía. A los pocos días llamo Juana para...
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