El puente francés hacia el fascismo
Todavía hoy, los sociólogos debaten qué hizo posible que miles de personas normales,-de lasque van a por el pan y cuidan con dedicación y mimo a sus nietos o a sus mayores- consintieran el Holocausto.
¿Cómo fue posible que el nazismo sustituyera esas cortezas de moralidad de las queestamos dotados los seres humanos -gracias en parte a la tradición religiosa-? ¿Cómo es posible que estando a un centenar de pasos de los campos de concentración Nazi, miles de personas incluidas lasélites intelectuales, desviasen la mirada hacia otro lado día tras día?.
¿Cómo y cuando se produjo esa transformación ética? Burleigh evoca un informe anónimo para explicarlo en el que se establecía unparalelismo con la reconstrucción de un puente:
“Los ingenieros no podían limitarse a demoler una estructura ya existente, debido a las repercusiones en el tráfico ferroviario. Lo que hacían ensu lugar era ir renovando lentamente cada tornillo, viga o raíl, un trabajo que apenas si hacía levantar la vista de los periódicos a los pasajeros. Sin embargo un día, se darían cuenta de que elviejo puente había desaparecido y que ocupaba su sitio una nueva estructura relumbrante” (”El tercer Reich“, Ed.Taurus)
Eso es lo que ocurrió con la moral crítica. Miles de personas renunciaronlentamente en Alemania a sus facultades críticas individuales. La gente se entregó voluntaria y paulatinamente a las emociones de rebaño o de grupo, algunas de un género notoriamente repugnante, como señalael autor.
Cuento esto al hilo de la crisis de las expulsiones de gitanos en Francia, de esta lepenización de Sarkozy -como lo definió Sami Naïr-, y de su efecto grotesco en la política española....
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