Hace mucho, mucho, pero mucho tiempo atrs, viva una nia a la que le encantaba cantar. Ella se levantaba y cantaba desayunaba y cantaba. De camino a la escuela cantaba. Cuando regresaba a su casa, saben qu cosa haca, cantaba.. Cuando vea a su mam, le cantaba todo lo que haba aprendido. Esa nia tena siempre una cancin para todo. La mam estaba muy orgullosa de ella, y un da en que ya faltabapoco para su cumpleaos, la mam se puso a pensar qu cosa podra regalarle. Eran muy pobres, y el poco dinero que tenan lo deban usar para comer. La mam pens y pens Ya s dijo de pronto-. Le regalar los zarcillos de mi abuela, lucirn preciosos en sus orejas. Y as lo hizo. A la nia le gustaron tanto que, saben lo que hizo Si, invent una cancin sobre los zarcillos. Le gust tanto, tanto, la cancin,que ahora esa era la nica cancin que cantaba. Y sucedi entonces que lleg al pueblo un hombre muy malo. Era tan malo que si vea un perro, lo pateaba si estaba en una fila, empujaba si vea una mariposa, la mataba si iba a una tienda, robaba. Ese hombre era tan malo, que tena en la cara una mueca as. El hombre, que se llamaba Ruin, se levantaba y su cara se pona as , desayunaba as y caminaba alpueblo as . El da despus de su cumpleaos, la nia se fue a nadar y cantar. Mientras se baaba en el ro, Ruin, que estaba caminando por un sendero pisando flores, la escuch cantar. Aj, se dijo.Esta nia me va a ayudar a ser rico. Sin que ella se diera cuenta cogi los zarcillos y se escondi entre los arbustos. Cuando la nia sali del agua, busc y busc sus zarcillos pero no los encontr. Mientras cantabauna cancin triste sobre la bsqueda de los zarcillos, se encontr con Ruin que caminaba llevando al hombro un gran purrn. -Seor, seor le dijo-. No ha visto usted unos zarcillos -Son dorados pregunt Ruin-. Hace un ratito estaban aqu y, como no vi a nadie, los puse en mi purrn con otras cosas que encontr. Ven y bscalos. Cuando la nia se inclin a buscar sus zarcillos, Ruin lo empuj dentro delpurrn y lo cerr. Ruin corri y corri, y se fue de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, anunciando que tena un purrn mgico que cantaba. Y, en cuanto Ruin pateaba el purrn, la nia comenzaba a cantar Por mis zarcillitos, madre, que en la pea los dej. Por mis zarcillitos, madre, que por ellos morir. La gente encontraba la cancin tan bonita que queran escucharla una y otra vez. Ruin exiga que ledieran dinero y comida si queran escucharla otra vez. As segua Ruin, de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, pateando el purrn para que la nia cantara. Hasta que, sin darse cuenta, volvi al pueblo donde ella viva. La mam, que ahora estaba siempre triste, acababa de comprar en el mercado y se diriga hacia su casa cuando escuch una voz muy familiar que cantaba Por mis zarcillitos, madre, que en lapea los dej. Por mis zarcillitos, madre, que por ellos morir. -Esa es mi nia exclam la mam. Y entonces fue donde Ruin, le pag con unas monedas que le haban sobrado y lo invit a comer una gran cena esa noche, a cambio de que la dejara escuchar la cancin del purrn mgico dos veces. Ruin acept. La mam prepar una cena como nunca lo haba hecho. Una vez que Ruin comi hasta no poder ms, lo invit asentarse en la hamaca del balcn mientras ella le preparaba una buena taza de caf. Esa hamaca del balcn quedaba al frente de la casa donde soplaba la brisa de la playa, y antes de que la mam hubiese podido preparar el caf, Ruin se haba que dado profundamente dormido. Rpido y bien calladita, la mam sac a la nia del purrn. Entre las dos, echaron en el purrn cscaras de mango, pltano, papas y calabaza,agregaron semillas, tierra y frutas podridas. Y, para completar, unos cuantos gusanos que encontraron en la tierra. Luego la nia se escondi y la mam prepar el caf. Cuando Ruin se despert, la mam dijo que ya se haba hecho tarde y que deba tomar su caf rpido, antes de que llegara el pap. Ruin se alegr, pues haba comido y le haban pagado, pero no haba tenido que hacer cantar a la nia. Y se fue...
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