El Ramo Azul

El Ramo Azul
Paz, Octavio

Reseña

Breve narración de la colección de cuentos del escritor mexicano Octavio Paz Lozano (México, 1914-1998), quien obtuvo el Premio Nobel de la Literatura en 1990. Este personaje de la literatura fue muy reconocido no solo en nuestro país por escribir grandes poemas sino también por ser un excelente cuentista. Maravilla al lector con historias fantásticas yuna inspiración inteligente. Una de las habilidades que tiene este escritor es contar historias en prosa poética, a través de metáforas creadas por su fantasía e imaginación.
El siguiente cuento es realmente interesante y un tanto suspenso, que en un conjunto corto de letras narra la historia de un hombre desconocido (protagónico-narrador), que pasea por un extraño pueblo desamparado cerca de lanada en la obscuridad de una larga noche, mientras que la luna salía de una nube y le enseñaba el sendero por el que tenía que caminar, al estar en serena calma se da cuenta de que alguien esta cerca y por si fuera poco lo persigue sin descanso.
Anteriormente no quiso hacer caso a los comentarios de un viejo hombre propietario de una posada en la cual se hospedaba y por ello sufre algunasconsecuencias. En este cuento se describe de una manera muy detallada, como es que tranquilamente su seguidor le trata de quitar algo valioso que su prometida le había pedido, algo que aún no sabía si verdaderamente lo portaba aquel hombre desconocido; pero que seguramente tenía que conseguir.
¿Qué era lo valioso que podía portar este hombre, siendo útil para los caprichos de la prometida delatacante?, solo lo descubrirás si lees por completo este cuento tan interesante y te podrás enterar del desenlace de esta trama. ¡Descúbrelo ya!

El Ramo Azul

Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regados, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidandono pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina.
Regresé al centro de la habitación, vacié el agua de la jarra en la palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el torso y las piernas con el trapo empapado, me sequé un poco y, tras de cerciorarme que ningún bichoestaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé. Bajé saltando la escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropecé con el dueño, sujeto tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo entrecerrado. Con voz ronca me preguntó:
-¿Dónde va señor?
-A dar una vuelta. Hace mucho calor.
-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valieraquedarse.
Alcé los hombros, musité “ahora vuelvo” y me metí en lo oscuro. Al principio no veía nada. Caminé a tientas por la calle empedrada. Encendí un cigarrillo. De pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado a trechos. Me detuve, ciego ante tanta blancura. Sopló un poco de viento. Respiré el aire de los tamarindos. Vibraba la noche, llena de hojas e insectos. Losgrillos vivaqueaban entre las hierbas altas. Alcé la cara: arriba también habían establecido campamento las estrellas. Pensé que el universo era un vasto sistema de señales, una conversación entre seres inmensos. Mis actos, el serrucho del grillo, el parpadeo de la estrella, no eran sino pausas y sílabas, frases dispersas de aquel diálogo. ¿Cuál sería esa palabra de la cual yo era una sílaba?¿Quién dice esa palabra y a quién se la dice? Tiré el cigarrillo sobre la banqueta. Al caer, describió una curva luminosa, arrojando breves chispas, como un cometa minúsculo. Caminé largo rato, despacio. Me sentía libre, seguro entre los labios que en ese momento me pronunciaban con tanta felicidad. La noche era un jardín de ojos. Al cruzar la calle, sentí que alguien se desprendía de una puerta....