El rastro de la presa

Páginas: 8 (1848 palabras) Publicado: 23 de mayo de 2014
El rastro de la presa

A ambos lados del helado rio se extendía tétrico bosque de coníferas. Poco tiempo antes, el viento había desnudado a los arboles de su capa de nieve, por lo que parecían inclinarse los unos hacia los otros. Toda era una desolación sin vida, sin movimiento, tan solitaria y fría que no se desprendía de ella ni si quiera un espíritu de tristeza, mas desolada que la sonrisade la esfinge. Era la selva, la salvaje selva boreal cuyo corazón esta helado.
Pero allí mismo, desafiante, se encontraba la vida. Aguas abajo, por el rio helado, avanzaba trabajosamente un trineo tirado por perros de aspecto lobuno. Su hirsuto pelambre estaba recubierto de hielo. Su aliento se congelaba en el aire, en cuanto salía de las fauces y se depositaba, formando cristales, sobre su piel.La parte delantera era redondeada, para impedir la carga de la nieve blanda que parecía oponérsele como un mar embravecido. Sobre el trineo se encontraba, cuidadosamente asegurada una caja de madera, larga y estrecha, de forma oblonga. Se encontraban allí otras cosas: mantas, un hacha, una cafetera y un sartén. Pero entre todas se destacaba la caja larga y estrecha.
Delante de los perros, calzadocon amplios mocasines, avanzaba penosamente un hombre. Otro más hacia lo mismo, detrás del trineo. En él, en la caja oblonga, yacía un tercer ser humano, cuyos trabajos habían terminado.
A la selva boreal no le gusta el movimiento. Para ella la vida es un insulto, pues lo que vive se mueve y la selva siempre destruye cuanto goza de movilidad.
Pero la naturaleza boreal ataca de la manera másferoz y terrible al hombre, aniquilándole y obligándolo a sumisión; al hombre, que representa la vida es su más alta capacidad de movimiento, el eterno rebelde, que lucha continuamente contra la ley según la cual el movimiento termina siempre en reposo.
A pesar de ello, delante y detrás del trineo, indomables y sin dejarse atemorizar avanzaban los dos que todavía no estaban muertos, provenientes desu propia respiración, que era imposible distinguir sus caras. Ello les daba la apariencia de fúnebres mascaras, de sepulteros de un mundo espectral, que asistían al entierro de algún espíritu. En la tierra de la desolación, de la burla y del silencio, aventureros de lilput, si se les comparaba con la colosal empresa de la que estaban empeñados, ofreciendo el sacrificio de su esfuerzo contra elpoder de un mundo tan lejano, extraño y carente de vida como los abismos del espacio.
A su lado reinaba el silencio, que los oprimía con su presencia tangible y que afectaba sus mentes, como la profundidad del agua influye sobre el buzo. Su presión llegaba hasta los más remotos ámbitos de sus almas, arrancando, como de la uva el jugo, los falsos ardores y exaltaciones y los injustificados valorespropios del espíritu humano, muestra de ingeniosidad y sabiduría entre el juego de las grandes fuerzas elementales y ciegas.
Paso una hora y otra. Empezaba a palidecer la débil luz de aquel día corto y sin sol, cuando un débil grito lejano resonó en el aire tranquilo. Elevose rápidamente, hasta alcanzar su nota más alta, donde persistió, tensa y palpitante, para morir después lentamente. Pudierahaber sido un alma en pena que se quejaba.
El hombre que avanzaba delante del trineo volvió la cabeza, hasta encontrar los ojos de su compañero. Por encima de la caja oblonga cambiaron un signo de inteligencia.
Ambos localizaron enseguida su origen. Se encontraba detrás de ellos, en algún punto del desierto nevado que acababan de atravesar. Por tercera vez sonó una voz como si fuera unarespuesta, también detrás de ellos, pero a la izquierda del segundo grito. La voz era ronca e irreal, aunque había hablado sin ningún esfuerzo aparente.
- La carne esta escasa – respondió su compañero -. Hace días que no veo huellas de conejo.
En cuanto desapareció la luz del sol avanzaron con los perros hacia un amontonamiento de coníferas en la orilla del rio, disponiéndose a pasar de la noche. El...
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